EEUU – ARGENTINA: Gerentes en asamblea de accionistas

Por Gabriel Fernández *

El embajador argentino en los Estados Unidos Martin Lousteau, que hace pocos días se reunió con el presidente norteamericano Barack Obama, lanzó una aseveración que sólo puede conformar al ministro de Seguridad Patricia Bullrich y a las empresas más avezadas del rubro abordado (ya veremos cuáles son, en realidad). El dato puntual tiene trascendencia, pues orienta para comprender el alineamiento general del gobierno argentino. Y evaluar  su acción en uno de los aspectos más significativos de la intoxicación mediática de la última década: la seguridad.

En primer lugar consideró que su objetivo será “construir la mayor cantidad de vínculos posibles y eso implica un trabajo de orfebrería”. “En el pasado hemos tenido relaciones adolescentes, a veces de enamoramiento, y a veces de sobreactuación y de enojo. Cuanto más fluidas, cuanto más líneas de vinculación haya, más sólida va a ser la relación y más representativa de lo que es cada país”. Pero después de las observaciones diplomáticas, fue al grano.




Respecto de la lucha contra el narcotráfico, una de las banderas de la administración Macri, Lousteau dijo que “el Gobierno de EEUU tiene y pone a disposición una experiencia de haber obtenido información, métodos, procesos, etc. Lo que espera es que la Argentina indique cuáles son las áreas en donde piensa que esa experiencia podría ser más beneficiosa”.”La Argentina tiene que definir qué, de lo que Estados Unidos puede ofrecer, sirve para los intereses argentinos combatiendo al narcotráfico. Estados Unidos está muy abierto a poner a disposición todos estos años de acumulación de conocimiento”, agregó en una entrevista con el diario La Nación.

Lugar ideal para plantear las cosas, la tribuna de doctrina se priva de explicar lo importante. En la gran pulseada mundial entre proyecto productivo y capital financiero, el estado norteamericano ha sido tomado por asalto por los grupos financieros, los fabricantes de armamentos y las empresas del narcotráfico. A decir verdad, los entrelazamientos entre estos tres sectores son profundos. Por lo tanto, alinear nuestro país en “la lucha contra el narcotráfico” al modo estadounidense, es imbricarlo plenamente en una dependencia extrema con esos poderes.

Todo el discurso del Papa Francisco se asienta en esa realidad. Es uno de los dirigentes mundiales, seguramente junto a Vladimir Putin y Cristina Kirchner, más y mejor posicionado sobre la cuestión, encarnando, desde un espacio de influencia planetaria, a uno de los polos de esta contradicción. Por eso venimos insistiendo en la persistencia de la multilateralidad: un puñado de elecciones contrarias a los intereses populares no implica que el resto de las naciones emergentes con potencia hayan claudicado ni se hayan subordinado al imperio del desempleo y la muerte.

Ante las dudas surgidas del sentido común, como “pero mirá si a Macri le va a convenir que la seguridad se desmadre dándole lugar al narcotráfico” (muy propia de quienes dicen “para qué van a querer plata estos funcionarios si ya tienen”), es preciso recordar a los países que abrieron sus puertas para que los Estados Unidos lleven adelante su “lucha” contra el flagelo: Colombia y México configuran el ejemplo más claro. Llegado este punto, ya no se trata de la voluntad o conveniencia particular de un dirigente: una vez que se está dentro del proyecto rentístico, los mismos neoliberales no tienen demasiadas alternativas. Veamos por qué.

Cuando todos los compañeros del campo nacional popular señalan con esmero el carácter CEO – gerencial de esta gestión, no logran comprender cabalmente lo acertado de la descripción. Un gerente encumbradísimo en una gran empresa sólo puede continuar si logra el máximo de ganancia en el menor tiempo posible. Esto lo explica la Tercera Parte de El Padrino, donde se muestra una ejemplar asamblea de accionistas. Frente a gerentes que plantean la inconveniencia de ligar actividades empresariales con la mafia, los accionistas escogen al dirigente –Michael Corleone- que les indica el camino para lograr beneficios inmediatos. Así se mueven.

De este modo, las más importantes corporaciones financieras internacionales han resuelto, en los últimos 20 años con radicalidad, integrar al narcotráfico y el armamento como factores que inciden en sus balances. La contracara, la producción industrial, es un proceso lento, que necesita inversiones, contrataciones, construcciones, realización, venta y nuevos desembolsos. Puestas las opciones en la balanza, las grandes firmas bancarias han optado por alzar la mano y respaldar las actividades que ofrecen mayor celeridad en la adquisición de recursos y circulación de capital.

Por eso sólo los Estados, constituidos por autoridades ligadas al interés social y escogidas democráticamente, con entidades destinadas a cuidar del bien común, tienen las herramientas adecuadas para promover la opción productiva y contener masas de población ocupada y capacitada para la elaboración y el consumo de bienes. De ahí que la pelea por el control de los Estados resulte tan intensa. En EEUU la democracia perdió y el andamiaje gubernamental quedó en manos de las fuerzas parasitarias. Eso es lo que está intentando el macrismo en la Argentina.

Frente a este panorama es que consideramos pertinente dar la voz de alerta y tomar muy en cuenta los pasos internacionales del actual gobierno argentino y las declaraciones del embajador en el Norte. No en vano ha sido designada Bullrich: la CIA no tiene otro objetivo que el de garantizar el desarrollo de los intereses de las corporaciones que controlan el poder financiero, con todo lo que ello implica. Ya no es cierto que esa organización defienda los intereses norteamericanos: ha arrasado interiormente, junto al FBI, con todo vestigio del potencial industrial que en la primera década de la posguerra había logrado desplegar el pueblo estadounidense.

*Director La Señal Medios / Area Periodística Radio Gráfica