Por Gabriel Fernández *
Cuando señalamos que Arturo Jauretche dejó una obra intensa y profunda, no relevable por otros importantes autores en el orden local y mundial, hacíamos referencia a los elementos subyacentes que quedan en el lector y sirven para analizar el presente, para desarrollar interpretaciones filosas y situadas.
En modo alguno intentamos retomar textualmente las polémicas de varias décadas atrás; absorbemos el modo de encararlas y el lugar desde el cual el pensador atravesaba su realidad para dinamizar con la mayor profundidad posible los sucesos actuales, tomando en cuenta el rumbo general y aceptando que el mismo se despliega en un movimiento continuo.