Por Gabriel Fernández*
Las cartas se están colocando arriba de la mesa con celeridad. Tras la observación de la presidenta de la Nación, en este caso como jefa del movimiento nacional, sobre la necesidad de un baño de humildad para aquellos precandidatos que no vienen midiendo fuerte en los sondeos, la grilla ha quedado establecida entre dos dirigentes que han acompañado la gestión: el gobernador bonaerense Daniel Scioli y el ministro de Transportes Florencio Randazzo.
Según las encuestas a las que hemos tenido acceso, cualquiera de ellos podría convertirse en el próximo jefe de Estado: el amparo brindado por la población a la década ganada por el Frente para la Victoria es profundo, el liderazgo de Cristina encarna esa adhesión y no emerge una referencia opositora que catalice al conjunto del rencor antiperonista y antikirchnerista como para erguirse cual opción potente.
Algunas reflexiones pueden resultar de interés a la hora de analizar este breve decurso hacia las PASO que derivará en el trayecto rumbo a Octubre. Sin que la observación permita inferir decrecimiento electoral, es preciso indicar que las militancias social y sindical han quedado de lado en las construcciones nacionales y distritales. Por vueltas que le demos, no se trata de un tema menor para el movimiento nacional y popular.
Es culturalmente violento el ninguneo observado sobre la vertiente juvenil más numerosa del país, el Movimiento Evita y sobre su candidato, un canciller que dejó como herencia de gestión la articulación del Unasur, nada menos. Y más allá de las fugas burocráticas, resulta de difícil comprensión la ausencia de los importantes e históricos sindicatos que permanecen en el Proyecto Nacional y Popular. De hecho, son más trascendentes que los que desertaron.
El armado de nóminas comiciales del Frente para la Victoria está dejando la sensación de no interesarse por la integración de corrientes muy ligadas a la base histórica del movimiento. Tiene, eso sí, buenos gestos hacia segmentos socialdemócratas, conservadores, centroizquierdistas y progresistas en general. Atenti: eso no está nada mal, pues las elecciones se ganan sumando. Sin embargo, el lugar de los propios merece una actitud respetuosa.
En sintonía, ese parece ser el sendero seguido hacia la comunicación social. En un tramo donde cámaras, micrófonos, papeles, computadoras y pantallas han logrado una relevancia singular en el debate político, los medios ligados al pensamiento nacional y la defensa del Proyecto desde un mirador popular, siguen relegados en beneficio de empresarios como Spolszky, López, Hadad, Gvirtz, cuyas realizaciones apenas raspan la superficie de una discusión nacional muy honda.
Así como para la militancia social y sindical no hay un lugar destacado, para los medios nacional – populares, tampoco. Sin licencias que los protejan de nuevas gestiones en CNC y Afsca, sin pautas publicitarias que les permitan potenciar realizaciones que superan en calidad y llegada a las de los empresarios citados, atraviesan el último tramo de este gran gobierno en situación compleja, económicamente anémicos e institucionalmente al borde.
Está bastante claro –por si no lo está lo reafirmamos ahora en La Señal Medios- que esos militantes, que estos medios, respaldamos intensa y profundamente a los candidatos del Frente para la Victoria y que seguiremos batallando para que la realidad se haga un lugar en la información cotidiana. No deseamos suponer que esa adhesión inquebrantable hacia el Proyecto sea, en definitiva, la razón del desplazamiento.
Es muy probable que a partir de diciembre del año en curso celebremos la asunción de una nueva etapa nacional y popular. Bienvenido sea. En estos meses seguiremos haciendo lo posible para aportar a esa construcción. Recordaremos los grandes logros y debatiremos cómo avanzar.
Sólo decimos, apuntamos, para que no pase desapercibido, que cargar con energía sobre el caballo que siempre tira no es una práctica justa, y con el tiempo, puede resultar ineficaz.
*Director La Señal Medios / Area Periodística Radio Radio Grafica FM 89.3.
