Por Gabriel Fernández *
La creación de formaciones irregulares para dinamitar procesos institucionales es un riesgo. Inicialmente, para los agredidos –claro está-, pero también para los forjadores de tramas ultraviolentas que no siempre logran ser controladas.
Tras varios años de funcionamiento, con los informes a la mano desde los lugares en los cuales han operado, podemos indicar que Al Qaeda, el ISIS y varias agrupaciones de práctica terrorista, están configuradas, asistidas y orientadas por las áreas de inteligencia de la OTAN y los Estados Unidos.
Durante todo este tiempo, esas organizaciones operaron contra los gobiernos democráticos de la zona caliente. Libia e Irak, anteriormente, y Siria en la actualidad, con la perspectiva de hostigar también a Irán. Jamás alzaron sus cimitarras tecnológicas de última generación contra aliados del Norte en Medio Oriente.
Los múltiples atentados recientes en Francia dan cuenta, más que del esquema tradicional del autoataque justificatorio, del malestar de esas formaciones ante la imposibilidad occidental de movilizar tropas regulares que las asistan contra la irrupción de Rusia y China en el Gran Juego. Es probable que la debilidad de los terroristas para afrontar ese Nuevo Orden, esté reorientando sus miras.
Desde la formación de una alianza formal y legal entre los Estados de Siria, Rusia, China e Irán, con beneplácito de buena parte del planeta, para barrer con los criminales que fingen islamismo en la región, estos quedaron sin respaldo y sin posibilidades de afrontar, especialmente, los ataques aéreos generados por ejércitos muy potentes.
Esos ejércitos, además, están integrados por soldados que conocen nítidamente los objetivos de su misión. El ejército sirio en particular, es conciente de la necesidad de defender su patria del avance enemigo. La pelea entre quienes comprenden el porqué y mercenarios que apenas firman acuerdos comerciales, es desigual. Lo advirtió Sun Tzu hace tanto. Lo refrendaron Clausewitz, Lidell Hart y Perón hace menos.
ISIS pidió ayuda a sus orígenes porque observaba que se quedaba sin territorio y sin armamentos suficientes para contrastar con naciones que dijeron Basta. Como suele tratarse a los mercenarios, ni la OTAN ni los EEUU se preocuparon seriamente por brindarles la asistencia necesaria, y ambos bloques occidentales saben que no pueden lanzarse a atacar como lo hicieron antes.
Los terroristas contratados para dañar los caminos transformadores de Medio Oriente, iniciaron su retiro involuntario y muchos de ellos retornaron a los lugares donde habían sido reclutados. Allí, están haciendo su “propaganda armada” para requerir asistencia tras la derrota. Así como desdeñaron la vida de los pueblos islámicos, ahora desdeñan la de sus padrinos blancos.
Por algún motivo, nadie admite esta interpretación que estamos brindando, y sin embargo, a estas horas, resulta la más razonable y fundada de las que hemos escuchado. Siembra vientos, y cosecharás tempestades. Este es el lamentable sentido de los ataques en París, donde los asesinos han vuelto a hacer lo único que saben, para plantear una demanda “laboral” ante sus empleadores.
* Área Periodística Radio Gráfica / Director La Señal Medios