Atucha II, marcha oscura, hoy, ayer, mañana

Repasemos los motivos de las agresiones


La cuestión ATUCHA II es traumática para la Argentina. Por años, el saber y el esfuerzo local, evidenciado en una obra de alta tecnología y grandes derivaciones estructurales, resultó anulado por presiones externas. Esas exigencias estaban asentadas en el lugar que el Norte suele asignar a nuestro país: nada de valor agregado, nada de creación soberana.

Por eso, el potente discurso de la jefa de Estado fue, además de una señal en proyección, una elevadísima respuesta al pasar sobre los aturdidos opositores. Suele suceder cuando se pone en marcha una propuesta industrial, vinculada a lo energético estratégico: es el contenido lo que torna vigorosa una alocución. Mucho más allá de gritos y adjetivos.


Ahí, en este despliegue argentino, hay que observar las claves de la campaña contra el gobierno nacional. No son las falencias las que determinan los ataques , sino los aciertos de fondo. La política energética, por caso. Y la ampliación continua del mercado interno. YPF, Jubilaciones estatales; paritarias y planes sociales; Aerolíneas. Unasur, China, Rusia. BRICS. Papa.

En esos pasos es preciso visualizar el origen de la disparatada tarea agraviante de una faja hegemónica del Poder Judicial, sectores financieros, medios concentrados, servicios desplazados, empresarios evasores. Con el monitoreo norteamericano. Tales espacios llevan de las narices a quienes han resuelto culpar de sus frustraciones personales al Estado argentino, y hacen bulto contra sus propios intereses.

Antes del aire, le preguntamos al historiador Norberto Galasso que impresión básica le ofrecía la marcha que se estaba realizando bajo la lluvia. “Pocos jóvenes” respondió jauretcheanamente. Luego, durante la entrevista, explicó que las posibilidades de éxito de una movida de tal naturaleza resultaban reducidas, pero que evaluaba importante concitar una afirmación callejera en respaldo al movimiento nacional y su gobierno.

Lo cierto es que la Argentina de los 90, secuela de aquél golpe de Estado de 1976, nos sumió en el infierno económico social que eclosionó en el 2001. La movilización popular gestó los pasos previos: moratoria y devaluación, destinados a recolocar la producción nacional. Y originó un gobierno como el de Néstor Kirchner que, por vez primera en 30 años, operó por la industria y el trabajo.

No hay muchas variantes para optar. Los caminos que proponen quienes transitaron el centro porteño en la víspera no difieren de los recorridos de la mano de José Alfredo Martínez de Hoz y Domingo Felipe Cavallo. La renta financiera como prioridad y, a partir de ahí, todo su potencial desnacionalizador y gestor del desempleo.

Que muchos de ellos crean estar exigiendo justicia es un dato que sólo sirve para corroborar la certeza del concepto de alienación, que en nuestro país –con fineza singular- está contenido por el de zonzo. Zonzo no es sólo quien brega involuntariamente contra la Nación, sino quien batalla contra sus propios intereses sociales.

Sin embargo, es preciso indicar que la acción comunicacional, intensa, también logró arrastrar a no pocos hombres y mujeres que respaldan al Proyecto Nacional a través de una desmedida preocupación, de propuestas rápidas que hubieran generado innecesarias colisiones esquineras, pero sobre todo de un menoscabo informativo para los factores de desarrollo económico más trascendentes.

Concretamente, la puesta en marcha de la nueva central energética, que ilumina el mañana, resultó opacada por las imágenes de una marcha oscura que sólo recibe un hilo de luz desde las catacumbas del ayer. La política comunicacional oficial está en plena crisis; por momentos, contrasta con los pasos más profundos que el propio gobierno realiza para promover los ejes del crecimiento.

La labor periodística es parte de una pugna cultural que apuntala la orientación. He allí su volumen. Pero ni siquiera los desaciertos en este rubro alcanzan para tapar la distancia entre aquel país triste y desempleado, y esta Nación de pie y en franco desarrollo. La realidad, terca, deja su impronta en una base popular con identidades hondas y percepciones agudas.

ATUCHA II, neuronas argentinas, trabajo argentino. Una aseveración letal para los que planificaron un país dependiente y sometido. Pero también para quienes, en su impericia vital, hallan justificación a su queja monocorde y persistente en el fracaso nacional.

* Director La Señal Medios / Area Periodística Radio Gráfica.