En diálogo exclusivo con “Terapia de Grupo” de La Señal Medios, el ex Jefe de Gabinete de parte del segundo mandato de Cristina Fernández de Kirchner, analizó la derrota electoral en el ballottage del Frente para la Victoria con Cambiemos. También se explayó sobre las perspectivas, dando su opinión sobre el rol y los desafíos, que en su opinión debe tomar el peronismo.
Un Capitanich muy sólido, por momentos técnico y de gran capacidad explicativa al realizar un diagnóstico de la situación económica de la Argentina, de las paradojas que genera el bienestar económico en los sectores medios, de la distribución del voto a nivel geográfico, las carencias de la campaña en el Frente para la Victoria, la complejidad del futuro con un ecosistema de medios de comunicación totalmente adverso entre otros temas.
LA SEÑAL: ¿Cuáles son sus primeras reflexiones acerca de las elecciones y cómo ve el panorama de cara al futuro?
JORGE CAPITANICH: En primer lugar se trató de una elección extremadamente dividida. En el país coinciden dos visiones antitéticas y diferentes. Esto marca un sendero político-estructural en la política argentina que va del año 1810 hasta el año 2015. 205 años de historia que fueron marcados por profundas diferencias desde Unitarios a Federales, pasando por liberación o dependencia y una serie de contradicciones de carácter estructural que no han sido resueltas. Escribí un libro que se llama “El kirchnerismo, de las tensiones estructurales a la construcción del futuro” donde señalo tres tensiones estructurales históricas. La primera entre gobernabilidad y tarea institucional. La segunda entre estabilidad macroeconómica y crecimiento y la tercera entre inclusión social y distribución del ingreso. La inclusión social genera mayor facilitación de los actores políticos, económicos y sociales, pero la distribución del ingreso genera una fuerte confrontación. Eso lo marca la historia. Desde la irrupción del peronismo hasta lo que han sido estos doce años de gobierno. La oposición dura y sistemática a la distribución del ingreso ha sido un componente fundamental de los ataques recibidos por el gobierno.
“La oposición dura y sistemática a la distribución del ingreso ha sido un componente fundamental de los ataques recibidos por el gobierno”.
LS: En los sectores concentrados se entiende porque hay una transferencia de recursos. Ahora, ¿en las franjas medias estamos hablando de mezquindad, de zoncera cultural?
JC: Creo que acá el tema central es eso, se trata que la función del bienestar económico produce la función del malestar político. Esa sería la caracterización sociológica. Esto se produce por una razón muy sencilla. Pensemos en el trabajador desocupado o el profesional de clase media que dejó de percibir un ingreso en crisis. Cuando efectivamente la economía se recupera sustancialmente de la mano de las políticas públicas y un rol preponderante del Estado primero accede al empleo, después a paritarias libres, en consecuencia mejora sustancialmente su poder adquisitivo, y cuando logra mejorar su poder adquisitivo y logra un empleo estable, con buen salario, se generan cinco demandas claves que generan un aumento de la demanda de divisas y que produce restricción externa. Primera demanda de una persona que mejoró sus ingresos genera un aumento en la compra de electrodomésticos, que tienen un alto nivel de componentes importados que genera un flujo de divisas crecientes. En segundo lugar, en general, las política públicas que pretenden maximizar el nivel de ingreso de las personas lo que hacen es estimular vía subsidios el consumo de energía. En consecuencia la energía pasa a ser un bien escaso y al importar sufre un proceso de restricción externa. En tercer lugar cuando la gente tiene un empleo estable, con buen poder adquisitivo, accede a créditos. En consecuencia puede acceder a un vehículo, que tiene hoy en Argentina un componente nacional de entre el 27 y el 33 %. El resto es componente importado lo que también aumenta la presión por la demanda de divisas. En cuarto lugar una persona de clase media con mejores niveles de ingresos, que dicho sea de paso, el Banco Mundial dijo que se duplicó la clase media en el país, viaja al exterior porque obtiene un tipo de cambio, una mejora en el poder adquisitivo que hace asequible la perspectiva de poder viajar al exterior. Además también demanda, desde 1976, el ahorro en dólares. En consecuencia cuando uno tiene cinco componentes de demanda en divisas, son 40 mil millones dólares. Cuando dicen que el complejo agroalimentario puede subsidiar y abastecer todo esto está mintiendo porque el complejo agroalimentario tiene 30 mil millones de dólares como capacidad máxima y siempre un colchón de 5 mil millones de dólares por políticas especulativas. Ahí hay un problema de asimetría de carácter estructural en la Argentina. El bienestar económico produce el malestar político derivado de esta cuestión que perfectamente se imponen a través de los grupos económicos concentrados que empiezan a destilar, en producto de sus propios intereses, una acción colectiva para generar odio de clase. El efecto ha sido muy claro, por eso creo que el voto se ha configurado en un voto geográfico. El norte y el sur se ha volcado por una enorme mayoría de casi el 60 % por este modelo y el centro, que es el que más se ha beneficiado, que más se ha ido al exterior, que más electrodomésticos y vehículos compró (se vendieron más de cinco millones de vehículos) y con mayor capacidad de ahorro en divisas, no nos acompañó. En ese contexto lo que ocurrió es que la función del bienestar económico tradujo en una función de malestar político catalizado por grupos de comunicación concentrados que generaron una tendencia electoral en los grupos urbanos más concentrados.
LS: ¿Qué solución le ve a esta situación? Si cada vez que tenemos un crecimiento tenemos este freno.
JC: Necesitamos ciclos más largos de gobernabilidad democrática y de una centroizquierda progresista que genere la capacidad política para administrar la transición. Lo que Argentina tendría para los próximos cinco años es primero autoabastecimiento energético, que implica ahorrar cinco mil millones de dólares por año. Cuando uno tiene mayor propensión a la producción local de gas y petróleo que genere autoabastecimiento y un excedente, automáticamente tiene menor demanda de dólares. Segunda vía es el desendeudamiento que a partir del año 2018 será de una cifra cercana a 2000 millones de dólares por año. Allí no va a haber reflujo de divisas por capital e intereses por lo cual habrá una menor demanda de divisas y mejora el campo de la restricción externa. O sea expande claramente la situación. En tercer lugar lo que Argentina necesitaba es el tiempo para proteger a la pequeña y mediana industria para aumentar la aceleración de la sustitución de importaciones porque el 40 % de insumos de los bienes intermedios es importado. Por último bregar intensamente para tener una estrategia exportadora más agresiva. Tenemos 34 países que forman parte de un programa de aumento y diversificación de exportaciones que son complementarias con la economía argentina a partir de la inversión pública con logística integrada que permita tener un tipo de cambio real efectivo. Lo que va a ocurrir ahora, a partir del 10 de diciembre, va a ser la administración en manos de una centroderecha de carácter neoliberal que va a propiciar la revolución conservadora. Eso significa objetivamente desde el punto de vista político primero una política de shock, que es una licuación de salarios, que termina generando conflictividad social. El rol que deberíamos tener es una oposición constructiva que garantice gobernabilidad pero desde la vigencia plena de los principios que tiene que ver con una centroizquierda progresista. El problema central es que el 100 % de los medios de comunicación o casi, serán favorable al macrismo. Tenían el favor de los medios concentrados y ahora tienen los del Estado. Es decir que van a tener claramente la capacidad de direccionar la agenda. Van a intentar hacer lo que siempre han intentado, que es destruir la vertiente revolucionaria del peronismo o progresista del peronismo. Van a intentar lograr no solo el ejercicio de su propio gobierno, además domesticar a la oposición. Por ejemplo, se va a ver quienes van a hablar ahora, que serán expresiones más conservadoras del peronismo porque lo que ellos quieren es aggiornar al peronismo a una variante conservadora. Lo que nosotros debemos hacer es una estrategia para que tengamos la capacidad de elegir mediante el voto de nuestros afiliados una conducción partidaria que sea representativa de la centroizquierda progresista y que sostenga y mantenga la vigencia plena de los derechos conquistados en estos últimos doce años, propender y generar las condiciones para generar alternancia. Tenemos que defender lo que fuimos capaces de hacer y generar expectativas de carácter social para alternancia y demostrar que la centroizquierda puede tener un ciclo de carácter estructural para promover el crecimiento sustentable con distribución del ingreso.
“Lo que va a ocurrir ahora, a partir del 10 de diciembre, va a ser la administración en manos de una centroderecha de carácter neoliberal que va a propiciar la revolución conservadora”.
LS: Dos cuestiones, que pena que el gobierno saliente no haya enfatizado más en apoyar a los medios populares para tener retaguardia discursiva a la hora de debatir y haya orientado las pautas publicitarias y licencias en una dirección muy cercana a la tradicional. El otro tema es si la determinación es la continuidad política y la necesidad para reforzar el rumbo económico en el mejor de los sentidos, ¿no da la sensación de que hubo poco énfasis propio en la campaña electoral?
JC: Me parece que ese es uno de los temas que permiten explicar el resultado. Yo plantee claramente la necesidad después del 25 de octubre de que en la segunda vuelta electoral nosotros pongamos un mayor énfasis en cinco tipos de votos. Primero la necesidad del voto territorial, tenemos quince millones de Argentinos que forman parte del sistema de protección social con una estrategia de inclusión promovida por el Estado mediante políticas activas públicas. Gran parte de ese electorado no nos votó a nosotros. Los beneficiados de esos derechos sociales no nos votaron. Hay un problema del mensaje y de calidad del mensaje. Segundo tema, el voto geográfico. Uno visualizaba la fisonomía del norte y el sur apoyando al Frente para la Victoria y voto del centro absolutamente adverso. Ahí tendríamos que haber puesto más énfasis y no liberar la cancha en Córdoba, San Luis, Santa Fe y mismo provincia de Buenos Aires. Tercer tema, el voto confrontativo. Cuando una va a un ballottage y confrontan dos modelos no se puede ser light. Acá hay que confrontar y ellos lo hicieron muy bien. Ellos ganaron muy bien porque tuvieron una capacidad de construcción política desde la confrontación y nosotros pretendiendo no generar una maximización de las contradicciones políticas en Argentina, intentamos hacer un discurso más lavado. Después se dio cuenta nuestro candidato que era necesario profundizar la confrontación política. En tercer lugar me parece importante el tema del voto ideológico. No puede ser que haya un voto peronista, protoperonista, o difuminadamente peronista o radical cuyas banderas históricas no hayan sido representadas por el Frente para la Victoria. No puede ser que alguien radical o peronista vote a Cambiemos por una razón muy sencilla que es la de principios, ideológica o doctrinaria. Hay porción de voto peronista que se fue hacia otra expresión. Es decir que hay un problema de sustentabilidad del voto ideológico y por último hay un voto propositivo que funcionó muy bien en una agenda tardía. Hay tres apotegmas en la política. Primero que una campaña electoral requiere recursos, candidatos y organización. Uno puede tener dos y tener una meritoria victoria, pero con solo uno de esos elementos no logra la victoria electoral. Segundo una campaña electoral requiere: primero no hay dirección sin campaña, segundo no hay campaña sin mensaje, tercero no hay mensaje sin entorno de alegría. Esto de pretender dar un mensaje de seriedad no alcanza, hay que darle un entorno de alegría y de festividad popular. En tercer lugar la política requiere algunos parámetros que son esenciales: liderazgo, proyecto y territorio. Esos tres apotegmas son los que permiten victorias y sustentabilidad. En los centros urbanos la mayor lejanía ha generado el no apoyo a medios alternativos, la militancia fue más lejana y eso degenera en un proceso de construcción de conciencias. Hay mucho por hacer, por eso yo pienso que ahora viene la parte más emocionante del proyecto. La etapa de construir desde las bases, desde la legitimidad territorial, desde un horizonte donde tengamos que garantizar gobernabilidad, pero ser el espacio de la discusión ideológica porque la gestión tiene una arista, pero después la política tiene la contención global que incluye a la gestión. Ahora cuando la gestión se torna política en sí misma entonces ahí hay un problema de elementos coadyuvantes de procesos de transformaciones estructurales. Pienso que nos queda un gran desafío, que es el más extraordinario de los desafíos. También tiene mucho que ver con la humildad de los dirigentes. Si muchos dirigentes nuestros de primera línea hubiesen optado por un baño de humildad, de aceptar competir por el territorio para garantizar la vigencia del proyecto entonces nos hubiese ido mucho mejor en gran parte de nuestros territorios y hoy hubiésemos obtenido un triunfo electoral. Creo que hace falta una combinación de elementos para garantizar la sustentabilidad del proyecto, pero nunca es tarde cuando la dicha es buena.
LS: ¿Cómo piensa que va a ser la interna dentro del justicialismo?
JC: Siempre se intentó generar las condiciones para que se subsuma el debate por una construcción más light. Yo creo que ahora hay que dar un debate fuerte, si es necesario profundizar la discusión y el debate es necesario hacerlo ahora, es el momento. Estoy de acuerdo a la necesidad de que el partido justicialista tenga internas, que participen los afiliados, creo que con un sentido más federal y no con imposiciones hegemónicas de las provincias más grandes. Si tenemos una perspectiva de domesticación del justicialismo hacia una variante de centroderecha entonces ahí se habrá extinguido el movimiento revolucionario de masas por excelencia que forma parte del peronismo. Si no somos capaces de recuperar la esencia movimientista histórica desde el punto de vista de lo nacional, de lo popular y de lo democrático caemos en el riesgo de la extinción virtual.