Algunas ideas en torno a la renuncia de Guillermo Moreno


Sigue la polémica

Por Néstor Gorojovsky

Las virtudes insuperables de Guillermo Moreno, su ejemplar incorruptibilidad y su frontal manera de emprender la tarea de ponerle algún coto a los formadores de precios -que le fue encomendada por Néstor Carlos Kirchner al principio mismo de su mandato- lo convirtieron en blanco permanente de la prensa oligárquica y del odio de especuladores, coimeros y vendepatrias desde el minuto uno de su gestión.

La reestructuración del gabinete económico, emprendida por la Presidenta de la Nación apenas retomó las riendas del gobierno tras un obligado interregno impuesto por motivos médicos, incluyó la renuncia de quien quizás sea el más probo y leal de sus funcionarios. 

Esto provocó consternación entre los militantes más comprometidos con la profundización del proyecto en marcha y rabiosa alegría entre los mismos medios imperialistas y oligárquicos que, el día anterior, escupían bilis negra ante la llegada del Dr. Kicilioff al Ministerio de Economía.

La pregunta que todos se hacen es la siguiente: "¿Implica la salida de Moreno una renuncia a la profundización, una concesión hacia los poderes fácticos?"

Nuestra respuesta es "Ni lo sueñen". 

Por un lado, los juicios emitidos desde las usinas de la reacción sobre Axel Kicilioff no dejan de estar vigentes por el hecho de que aquellos que se habían emitido sobre Guillermo Moreno empiecen a ser reemplazados por un discurso triunfalista de la oligarquía y el imperialismo.

El gobierno, con el nombramiento de Kicilioff, concentró la conducción económica en el más brillante defensor de una vía nacional burguesa hacia la liberación nacional y la unidad latinoamericana. Hombre de profundos conocimientos técnicos, al mismo tiempo demostró una probada capacidad para distinguir lo esencial de lo accesorio cuando están en juego las cuestiones fundamentales de la economía política. Por lo tanto, salvo que se produzca un "milagro al revés", el rumbo económico no parece que vaya a alivianarse sino más bien a profundizarse en contra del interés antinacional.

Este nombramiento, quizás, pone en cuestión ciertos aspectos de la acción de Guillermo Moreno que no solo carecieron del brillo y el lustre que los impolutos de siempre le demandan, sino que tendieron a provocar más problemas que soluciones y más desazones que satisfacciones en el campo del pueblo al que Moreno, con ejemplar lealtad, sirvió desde la Secretaría de Estado a su cargo.

En este asunto, todas las preguntas se condensan en una sola certeza: la política económica de progresiva liberación e independencia nacional encontrará cada vez más oposición de parte del gran capital concentrado, que en la Argentina (no olvidarlo) o es del Estado o es, esencialmente, extranjero. Y si es extranjero, es imperialista. Se podrá desconfiar de muchos, pero se puede y se debe confiar ciegamente en el imperialismo y sus socios locales. Siempre.

Una de las virtudes de Kicilioff, por cierto, es que sabe sin necesidad de que se lo expliqe nadie que el adjetivo "imperialista" no implica un modo perverso del accionar político y económico, sino que es el nombre de un rasgo estructural del capitalismo contemporáneo a nivel mundial. Cabe esperar entonces que -conciente de que se trata de una cuestión sustancial- no solo mantenga los lineamientos generales que hicieron necesario un Guillermo Moreno sino que busque reforzar aquello que Moreno hizo bien (y que ya le ganó un lugar en el corazón del pueblo argentino) mientras encuentra vías alternativas para ejecutar aquello que Moreno no logró terminar de llevar a feliz acabamiento.

Por unos días, veremos a las hienas reir en sus cubiles y propalar sus carcajadas por los mismos medios que convirtieron a Moreno, el incorruptible, en "el polémico Moreno". Pero su orientación, por todo lo que se ve venir, se mantiene sin cambios. Atención y vigilia. Y, esencialmente, recomponer los vínculos con la base obrera y sindical del movimiento nacional de un gobierno que ya estableció un firme enlace con la pequeño burguesía. 

Allí está la clave.

Kicilioff y movimiento obrero unido y consolidado. Ambos y un frente nacional que supere formas de la política heredadas del pasado. De allí que tampoco vemos como negativo el reemplazo -concomitante- de Abal Medina por Capitanich.

* Telam - La Señal Medios