Rock, rebeldía y política

La Señal Rock 27-04-2012
Conducción: Martín Gorojovsky

La verdad sobre Ciccone desde la voz de los trabajadores. Contundente triunfo electoral de la actual conducción de la Federación Gráfica Bonaerense

Decime una cosa 24-04-2012
Gabriel Fernandez se toma un café con el asesor gremial de la ex Ciccone Jorge Thierbach

Inmenso apoyo y alegría popular por la recuperación de YPF y preocupación por los precios de la canasta familiar

Decime una cosa 20-04-2012
Gabriel Fernandez se toma un café con el periodista de La Señal Medios Daniel Glancszpigel

La recuperación del Petróleo

De qué se trata, y otras yerbas


Por Gabriel Fernandez

Director de La Señal Medios

El concepto de autoconfianza, que contiene optimismo, surge en la creciente Norteamérica de posguerra. Muchos autores que concretaron pingues ganancias con sus textos, descubrieron que en un país donde crece el Producto Bruto Interno y se amplían las posibilidades de empleo y consumo, las cosas tienden a salir bien. Uno de los más perspicaces escritores de ese segmento, Og Mandino, llegó a decir que si las personas se tranquilizan y permiten que las situaciones se desarrollen, lo que surja será favorable.

Ni magia ni tanta autoestima, ni nada de eso. Cuando hay trabajo, es más sencillo conseguir trabajo. Sólo que es razonable, en una comunidad atravesada por el mito del self made man, hacer sentir a los individuos que su despliegue, su mejoría, se debe a valores propios y no necesariamente a emprendimientos colectivos. Claro que la contracara de semejante idea resulta letal: entre la culpa, la sensación de fracaso personal y la tentación de cargar la responsabilidad sobre “otros”, el primer mundo no se muestra preparado para lidiar en el Ascenso.

La Argentina debería cuidarse de guardar con vigor el sentido de bien común, heredado de comunidades locales preexistentes aunque también de cierta hispanidad combativa y solidaria, en estos tiempos de progreso; y en los que vienen, cuando la recuperación de la soberanía hidrocarburífera marque un salto en la capacidad de acumulación que todavía no alcanzamos a observar. Por eso queremos diseccionar el proyecto que hará del petróleo, nuevamente, un bien propio, y también reflexionar acerca del sentido profundo del mismo y sus implicancias.

El tercerismo que vos matáis goza de buena salud

Prepare el mate y acérquese. En principio, digamos que la filosofía que rige la iniciativa se asienta en los parámetros planteados originalmente por el gobierno que asumió en el 2003, los cuales no son sino el desarrollo del planteo formulado por Juan Domingo Perón en La Comunidad Organizada. Un lugar para la orientación estatal de la economía, otro para la empresa privada, otro para la (por entonces no llamada) sociedad civil. Vale la mención porque, luego de tanto desprestigio político y académico, la Tercera Posición emerge con potencia y brinda soluciones que otros, no hallaron.

Luego, vamos a lo práctico. Fíjese lector:
“Artículo 1º: Declárese de interés público nacional y como objetivo prioritario de la República Argentina el logro del autoabastecimiento de hidrocarburos, así como la explotación, industrialización, transporte, y comercialización de hidrocarburos, a fin de garantizar el desarrollo económico con equidad social, la creación de empleo, el incremento de la competitividad de los diversos sectores económicos, y el crecimiento equitativo y sustentable de las distintas provincias y regiones.
Artículo 2º: El Ejecutivo nacional arbitrará las medidas conducentes al cumplimietno de los fines de la presente, con el concurso de los Estados provinciales y del capital público y privado nacional e internacional
Artículo 3º: Establécense como principios de la política hidrocarburífera de la República Argentina los siguientes:
a) la promoción del empleo de los hidrocarburos y sus derivados como factor de crecimiento y desarrollo económico de las provincias y las regiones;
b) la conversión de los recursos hidrocarburíferos en reservas comprobadas y su explotación y la restitución de reservas;
c) la integración del capital público y privado, nacional e internacional, en alianzas estratégicas dirigidas a la exploración y explotación de hidrocarburos convencionales y no convencionales;
d) la maximización de las inversiones y de los recursos empleados para el logro del autoabastecimiento de hidrocarburos en el corto, mediano y largo plazo;
e) la incorporación de nuevas tecnologías y modalidades de gestión que contribuyan al mejoramiento de las actividades de exploración y explotación de hidrocarburos y la promoción del desarrollo tecnológico en la República Argentina con ese objeto;
f) la promoción de la industrialización y la comercialización de los hidrocarburos con alto valor agregado;
g) la protección de los intereses de los consumidores relacionados con el precio, calidad y disponibilidad de los derivados de los hidrocarburos;
h) la obtención de saldos exportables para el mejoramiento de la balanza de pagos garantizando la explotación racional de los recursos y la sustentabilidad de su explotación para el aprovechamiento de las generaciones futuras”.

Una medida productiva y antiinflacionaria

Es decir, estamos hablando de un proyecto que, mientras garantiza la conducción estatal de lo que siempre debió hacer sido una propiedad pública nacional, mientras mantiene el juego abierto a las inversiones particulares, mientras propone el control social, define que la generación de empleo y el control de precios son los derivados inmediatos de su aplicación. Y como estamos hablando de petróleo, estas dos precisiones distan de ser generalidades demagógicas.

En el primer punto, se empieza a desvanecer la necesidad de cubrir con solidaridad social los efectos del desguace de Yacimientos Petrolíferos Fiscales, sintetizados en Cutral Có y Tartagal, sitios-momentos de gestación por necesidad aunque con una apreciable dosis de sabiduría popular, de los movimientos sociales y las organizaciones de desempleados que han caracterizado la vida nacional hasta el presente.

Esto no significa contratar a diestra y siniestra, sino poner en juego la presencia estatal con el objetivo de sostener planteles obreros y técnicos imprescindibles para una labor de exploración, por un lado, y de refinamiento –alto valor agregado- por otro. Es decir, mejorar el nivel ocupacional en base a producciones reales, con la lógica evolución hacia la recuperación de oficios y profesiones que en las décadas recientes sólo hallaron empleo adecuado en el exterior. Cuando la presidenta, en su discurso, habló de la inteligencia argentina hacía clara referencia a eso.

En el segundo aspecto, la normativa enviada merece caracterizarse decisivamente como una medida antiinflacionaria. Ningún control forzado de precios, y muchos menos una desaceleración amparada en techos para paritarias, podrían generar una mejor situación en cuanto al equilibrio interno en los costos de los productos con llegada a las familias promedio.

¿Porqué? Básicamente porque la posibilidad de controlar el valor interno del combustible es lo que permite condicionar los precios de toda la cadena de producción y distribución de productos.
Es evidente que para condensar el efecto de esta resolución y mejorar integralmente el panorama, es preciso lanzarse sobre un nuevo Sistema Nacional de Transporte que incluya al ferrocarril como uno de sus ejes. Si ambos factores logran conjugarse, será muy difícil para los formadores de precios justificar sus embates sin confesar que poseen una intencionalidad política desestabilizadora de fondo.

Una proyección regional potente, un derecho comprobado

Ahora bien, en términos latinoamericanos la medida enlaza a la Argentina con una política común en materia de hidrocarburos regional. Por fin dejamos de ser el único país petrolero sin petróleo y marchamos hacia un control soberano como, con distintas prácticas y estilos, llevan adelante Brasil, Bolivia, Venezuela y Ecuador. Es decir, con el afianzamiento del Mercosur y el desarrollo del Unasur, pero sobre todo debido a la alianza subregional de hecho que involucra a esos cinco países, está naciendo ante el mundo una potencia energética de primer nivel.

Con respecto a la constitucionalidad y las garantías jurídicas, consideramos que es poco lo que puede añadirse a la exposición presidencial: la mayor parte de los países del planeta que poseen hidrocarburos tienen control sobre los mismos. ¿Porqué esa tendencia sería válida para todo el orbe y no para la Argentina? Asimismo, el incumplimiento por parte de Repsol de los contratos de concesión es tan evidente que nuestra nación necesita importar petróleo para satisfacer su demanda interna.

Pero vale añadir: mientras el ciclo privatizador contó con las innumerables sospechas de corruptela, asentadas en presuntas coimas planteadas por el empresariado a través del gobierno nacional de entonces hacia los legisladores, el proceso actual da cuenta de un debate abierto en el cual las posturas están claras y las argumentaciones en distintos sentidos resultan previas y transparentes. En todo caso, para satisfacer a los legalistas, debemos decir: se privatizó el petróleo a través del Congreso Nacional, y se lo recupera a través del Congreso Nacional. Las objeciones procedimentales no hacen sino abonar teorías antidemocráticas.

Toda la Comunicación, en crisis

Sin embargo, el tema no concluye allí ni mucho menos. Mediante el debate presente, que atraviesa la comunidad, pueden detectarse intereses y comportamientos de las distintas franjas. Acérquese lector. Por un lado, lo más “crudo”, valga la palabrita: montones de mediocres llorando por radios de Amplitud Modulada por lo que “el mundo” dice de la Argentina. Y con ellos, la hez mundana del argentino zonzo: miles de seres aterrados por lo que dirá el duque de Windsor, la prima de la duquesa de Alba, y los reales y transoceánicos cazadores de elefantes.

Pero esto sigue: Clarín, La Nación y Perfil, y todos sus satélites, colocando en primera plana continua las objeciones al proyecto, locales e internacionales, y transfigurando aun las declaraciones de apoyo para transformarlas en dudosas y precavidas. Así, segmentos sin trascendencia en esta polémica, como el macrismo y el radicalismo, superan en volumen informativo a la extraordinaria alocución presidencial y a las masivas y profundas manifestaciones de respaldo.

Es más, el gobierno de la muy petrolera Ciudad Autónoma de Buenos Aires ha recibido una cobertura superior, al referirse a la cuestión, que los distritos de Mendoza, Neuquén , Chubut y Santa Cruz, por ejemplo. Y ni siquiera se ha señalado que después de tantos desencuentros, el conjunto del movimiento obrero se pronunció satisfecho con la iniciativa y proclive a respaldar el accionar gubernamental en materia de hidrocarburos.

Vamos a fondo. Los medios del Estado, pero muy especialmente los medios privados que respaldan el accionar oficial, mostraron ante este tema el límite de un esquema comunicacional equívoco y malsano: ausentes de la búsqueda periodística de información, dependientes del parecer de tal o cual funcionario, entre el viernes y el domingo pasados llegaron a negar la existencia de un proyecto como el ya conocido, y a rechazar que la Argentina pudiera colisionar involuntariamente con poderes mundiales como España o los Estados Unidos.

Tocaron fondo: mientras se palpaba nítidamente el avance estatal en la recuperación del petróleo, es decir, de la defensa estratégica del patrimonio nacional, los medios presuntamente aquiescentes para con el gobierno dijeron “eso no es así” y denunciaron “campañas”, priorizando la desmentida al monopolio por sobre la información, aún cuando los resultados desvalorizaran las iniciativas oficiales y desmovilizaran el bullente universo militante juvenil.

Como ha dicho nuestro compañero de labor Hugo Presman, dan la sensación de estar dispuestos a aplaudir la nacionalización o la enajenación del territorio nacional, sin más ni más, si piensan que así quedarán “bien” con alguna autoridad.

La presidenta Cristina Fernández de Kirchner ya está en la mejor historia argentina. Lo logrado durante este período, que se enlaza con el ciclo anterior liderado por su esposo, es de una dimensión nacional, popular y latinoamericana tan trascendente que nada opacará su presencia junto a los grandes de la patria.

El futuro cobra un sentido, porque no estamos recuperando, a través de la propuesta enviada al Congreso, sólo una bandera, sino una capacidad de acumulación, control y proyección de nuestra economía que derivará en mejores horizontes para todos los argentinos. Será más sencilla la labor de los autores de autoayuda: ya no habrá un Cutral Có miserable, un Tartagal desempleado.

Cerremos este artículo con una consideración polémica y, quizás, arbitraria. Si hasta aquí hemos avanzado sobre los aspectos centrales de la propuesta, si hemos descripto un panorama y analizado derechos, comportamientos y derivaciones, ahora vamos sobre una aseveración injusta, propia de quien tiene a la lucha política en alta estima.

Quien no se emociona con la recuperación de nuestro petróleo, difícilmente pueda sentir afectos duraderos en otros órdenes de la vida. Puede atiborrar papeles con poesías, llenar los aires de músicas, recargar pañuelos con lágrimas, y decir que lo que realmente importa es el ser humano, la naturaleza, el equipo, Dios o el amor. Pero si no vibra con Yacimientos Petrolíferos Fiscales, nada lo conmoverá, a fondo, jamás en la vida.

Metal

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