Otra mirada sobre un asunto difundido
Por Gabriel
Fernández
Director La Señal Medios
Hace
tiempo que quería hacer estas reflexiones; tal vez las horas presentes sean las
adecuadas. Me ha tocado dirigir y participar en la
dirección de varios medios: chicos, medianos e inclusive grandes, aunque
obviamente ninguno del enorme volumen de Clarín. Pero aprendí unas cuantas
cosas, trabajando junto a buenos compañeros y también al lado de empresarios en
verdad atigrados a la hora de diseñar estrategias.
Más allá de lo conceptual y
lo editorial, varios años atrás observé que Héctor Magnetto, propietario hasta
hoy de la mayoría de las acciones del Grupo, procedía con una
unidireccionalidad que no admitirían los buenos oportunistas. Este timón fijo
habitualmente inadecuado para el rumbo de un medio comercial, resultó
acompañado por una altanería que quienes están acostumbrados a tratar con
espacios de poder, suelen matizar.
Aquella frase acerca de
dónde se encuentra el verdadero sillón presidencial, y la decisión de
difundirla, contenía tres errores sustantivos: no era cierta, pues una empresa
por grande que resulte, es una empresa y los poderes integrales se lo recuerdan
periódicamente; era políticamente inadecuada porque a nadie le gusta que le
recuerden su sojuzgamiento, aunque sea comprobable; y configuró un alerta para
un mundo político en el cual quien no corre, vuela.
Luego se fueron acumulando
equivocaciones empresariales y comunicacionales en la misma dirección: cuando
surge el proyecto de la Ley de Medios, en lugar de cooperar y morigerar sus
efectos, un grupo que ya había sido beneficiado por el Estado con
pesificaciones y leyes culturales, se puso absolutamente en contra. Nada de
diálogo; sólo denuncias incomprobables de ataques a la libertad de expresión.
Y más tarde, adoptó medidas
innecesariamente irritativas: no incluir canales en los cables (¿para qué
censurar Paka Paka?), demonizar funcionarios y figuras públicas, e inclusive,
como explica Hernán Arbizu, ex vice de la JP Morgan, mentir a los accionistas
sobre la fusión (crecimiento) de Cablevisión y Multicanal.
Vale algo más. Las famosas
tapas de Clarín destinadas a voltear gobiernos, tuvieron efecto asentándose en
dos factores: una situación económica general en baja (enlazaban con el humor
social) y una tendencia a decir medias verdades. En los últimos años, Magnetto
lanzó a su medio a contrastar con una realidad económico social en desarrollo
–sus propios suplementos económicos suelen desmentir las portadas- y a mentir
plenamente, inventando situaciones que una parte de la sociedad no podía llegar
a absorber.
El camino seguido por
Héctor Magnetto puede ser calificado como el de un Mariscal de la Derrota, a la
usanza de los apelativos políticos plantados sobre aquellos dirigentes que, al
frente de un movimiento poderoso, lo conducen a caídas evitables. Creo que vale
plantearlo ahora para entender porqué estamos viviendo este presente, pero
también para abrir una discusión con empresarios y directores de medios de comunicación
para quienes el jefe del grupo Clarín había sido ungido por la infalibilidad de
quien sabe lo mismo que Dios.