Mejorar un
buen camino
Por Gabriel Fernandez *
Aunque no cabe
aguardar grandes diferencias entre los resultados de las recientes primarias y
los comicios que se desplegarán el domingo venidero, algunas novedades pueden brindar lecturas de
interés para abordar los dos años que restan para completar el segundo tramo de
gobierno nacional y popular.
Lo señala con buen tino nuestro compañero Artemio
López en el artículo publicado en estas páginas: “tras las elecciones del 27 de
octubre el FpV habrá ganado su octava elección en 10 años, la serie de triunfos
electorales más extensa de la historia nacional.”
Tal vez, las elecciones del 27 de Octubre pueden
dar cuenta de una lección que quizás se podría haber absorbido un tiempo antes:
los candidatos con volumen proporcionado por el mismo pueblo, rinden mejor que
las invenciones mediáticas.
Si se corroboran los datos que este periodista
tiene entre manos, por ejemplo, el alza del Frente para la Victoria en la
Ciudad Autónoma de Buenos Aires, de la mano de la presencia de Jorge Taiana en
la lista, servirá para reflexionar al respecto.
Lo que es más: frente a las dificultades de ciertos
candidatos, dado el carácter concreto que poseen las cuentas comiciales, se
puede mostrar como innecesario el berretín de cerrar filas y defender lo
ramplón. Esto es, si un candidato propio mete la pata, hay que admitirlo.
Veremos. Lo cierto es que a grandes trazos, cuando
las militancias populares se sienten convocadas y reconocidas, su andar es
potente y su convicción, contagiosa. Cuando se las ningunea y relega, la
participación es grisácea, los asuntos personales pesan más y la acción
callejera se restringe.
Ahora bien, resultará inteligente evaluar que otros
elementos colaterales vienen siendo utilizados como parte de la campaña
electoral. Es inevitable presuponer que los cortes de luz en distintas
regiones, los accidentes masivos, las provocaciones con cámaras delante,
configuran actos en los cuales el azar confluye con la planificación.
En el trazo grueso de gran alcance, el país aparece
políticamente fragmentado en tres espacios: el nacional popular, con tendencia
mayoritaria, el centroizquierda y el centroderecha. Mientras el primero se
percibe unificado pese a las diferencias, los otros no logran salir del
archipiélago.
La situación, aunque el compañero prefiera, lógicamente,
arrasar con más del 50 por ciento, revela una continuidad histórica de realce:
en aquél artículo “Siempre fuimos los wichís”, cuando polemizamos con la torpe
argumentación lanatista, señalamos que el peronismo básico habitualmente se
afincó en el 35 por ciento más sólido de la población argentina.
Esta cifra, que durante la verticalidad de las
elecciones presidenciales se agiganta hasta el caudal anhelado, es lógica en
los sufragios emitidos durante la mitad de mandato, en comicios legislativos
que brindan aire al juego de intereses locales y a los contrastes intestinos.
Por eso nos negamos a hablar de derrota durante las
primarias y auguramos victoria el 27 de Octubre. Claro que para ello es preciso
salirse del esquema mediático concentrado, de su efecto arrastre sobre medios
“amigos” y medir lo que ocurra a través de un enfoque que combine pasado y
presente.
Esto puede resultar saludable: pues en los años
venideros –decisivos para dejar una imagen adecuada hacia el retorno, sin
desdeñar la perspectiva de continuidad- el gobierno podrá apreciar dos datos de
gran relevancia política.
El primero, que si se afirma el proyecto nacional y
popular adoptando medidas de meridiana claridad industrialista, tecnológica y
consumista, acompañadas por banderas ligadas al bien común y al interés
patriótico, el pueblo acompaña.
El segundo, que si se considera y valúa el esfuerzo
de las militancias territorial y sindical, hoy como ayer, éstas pondrán todo el
esfuerzo necesario para que los avances se consoliden y las mentes vecinas se
abran en la dirección adecuada que combina inteligencia y emoción.
Desde La Señal añadimos un tercer factor, en
consonancia con el reclamo presidencial: si los medios nacionales y populares
abordamos la actualidad internacional a fondo y con la atracción necesaria,
resultará posible, además, comparar correctamente la debacle de otros modelos
con el desarrollo de la construcción iniciada hace una década en el Sur del
mundo.
Me lo indicó hace un rato nomás nuestro analista
internacional Néstor Gorojovsky: “el votante no es idiota y sabe cuándo le
están ofreciendo caviar ruso podrido, Mc Pollo Nac & Pop o bife de lomo con
papas fritas y buen vino”.
Y aunque a veces, cabe completar, lo mejor es
enemigo de lo bueno, no hay como una lista con nuestros mejores hombres, para
ganar una elección. Ojalá se tome en cuenta esta observación al diseñar la
presentación nacional del 2015. Pues este proyecto lo vale: la Argentina sigue
en buen camino.
*Director La Señal Medios / Area Periodística Radio
Gráfica