Una mirada desde el Sur
Por Gabriel Fernandez*
Margaret Thatcher y Ronald Reagan fueron los
emergentes de la hegemonía del capital financiero en el Norte del Mundo.
Con todas sus contradicciones y su ostensible
violencia, hasta ese entonces la elaboración de bienes de producción y consumo
determinó el rumbo central.
Este cambio de orientación,
que fue bautizado como Revolución Conservadora generó transformaciones directas
en los años 90, que serían menos importantes –pese a su impacto inmediato- que
las de largo aliento.
La implosión del bloque socialista, la caída del Muro de Berlín y los planes de
ajuste sobre el Tercer Mundo, particularmente América latina, configuraron el
mapa informativo de la época.
Gran cantidad de tontos, que aún perviven, se subieron a la ola, dañando la
capacidad de análisis: nada de Tercer Mundo, nada de imperialismo, nada de
colonialismo, nada de proyectos nacionales productivos. Todo eso era arcaico y
merecía la ridiculización.
Sin embargo, la hondura de las modificaciones que lideraron Thatcher y Reagan
era mucho más vasta. Pues los programas otrora sugeridos para el resto del
orbe, fueron aplicados puertas adentro.
Europa y los Estados Unidos dejaron de lado, y sus medios combatieron golpeando
hasta el hartazgo sobre el “modelo Roosvelt”, el proteccionismo que los desplegó
por dos siglos.
Se lanzaron con insólito fervor a promover la acumulación urgente y la
circulación rápida de capitales a través de papeles, desdeñando el “lento”
proceso de inversión, trabajo, venta y consumo que desarrolla y amalgama una
sociedad capitalista “en serio”.
La re invasión de Malvinas debe encuadrarse dentro de ese esquema, porque el
control geopolítico para la exacción de recursos económicos ajenos pasó a
constituirse en trascendente debido a la impotencia propia para gestar los
bienes adecuados.
Felizmente, aunque suene paradojal, los pueblos del Sur vieron surgir un tándem
que, como el de Reagan – Thatcher, ha dejado un rastro debilitador y ajustador
sobre las grandes potencias.
Y aunque nadie bien nacido en la Argentina deje de esbozar una sonrisa al
conocer la mudanza al infierno de la capitana colonial, es preciso pensar,
volver a sonreír, y decir, por lo bajo “Gracias Margaret”.
*Director La Señal Medios / Área Periodística Radio Gráfica