Leonardo Favio



La potencia creativa de una identidad

Por Gabriel Fernández

Director de La Señal Medios

A los 74 años ha muerto el querido Leonardo Favio. Multifacético. Aunque partiendo de un punto: esa identidad social aguda, reconocible, palpable, dolorosa y disfrutable que atravesó toda (s) su (s) obra (s).

A partir de allí, la vida y el canto. Vale transitar hoy América latina para entender hasta qué punto su voz, su rosa, han calzado hondo en los sentimientos de nuestros pueblos. Muchos,

 ignoran su grandeza cinematográfica y realzan la sensitiva potencia del narrador verbal. Hoy podemos escuchar viejos temas suyos con afecto presente y vigoroso.



Favio fue tan nuestro que hasta cuando, impulsado por su propio personaje, admitió mitificaciones, las mismas no hacían más que ratificar su mismidad. Un repaso al texto de Adriana Schettini, nos da la pauta: hasta lo que no fue, podría haber sido. Todo lo que le ocurre a un hombre de nuestro pueblo podría haberle sucedido a él. 

Y el cine: es claro que estamos ante el más grande director de la Patria. El creador de El dependiente, Crónica de un niño solo, El romance del Aniceto y la Francisca, ¡Gatica! y esa maravillosa creación historiográfica que resultó condensada en los tres primeros capítulos de Perón, Sinfonía de un Sentimiento.

Cuando conversábamos tiempo atrás con Alfredo Carlino,designado "rey del peronismo" por Favio, acerca de su última obra, Aniceto, la ronca voz del poeta señaló: "así filma un genio".

Es claro, porque al liberar las energías de su propio punto de partida, de su propio origen, la obra de Favio resulta emocionalmente arrasadora, con un nivel de apertura a las variantes creativas que trasciende definiciones eruditas.

En la incomparable Gatica lo mostró con nitidez, y hasta se permitió una objeción subyacente acerca de la distancia entre desafíos internos y externos, preparaciones y autoengaños. Y más: logró evocar a una figura tan querida sin idealizarla, sin transformarla en héroe por encima de sus posibilidades, pero dando cuenta del fondo de un corazón que enamoraba. 

Genuino, auténtico, netamente peronista. Leonardo Favio trazó un surco en la elaboración cultural nacional y dejó una herencia que, de tan potente, tardará en ser digerida por otros centros mundiales de realización cinematográfica. Ya se sabe: el primer mundo culto absorbe cualquier cosa, menos el peronismo, que escapa de todos los corralitos conecptuales. 

Por eso también estuvo remando dificultosamente en aguas políticas complejas, con participación en numerosos sucesos que todavía hoy se debaten por lo bajo. Le costó mucho, nos consta, desarmar ciertas interpretaciones sobre su rol en algunos pasajes de nuestra historia. 

Ha muerto Leonardo Favio. Se ha ido uno de los más grandes creadores de la historia humana. Sintió desde el pueblo, miró desde acá. Nos permitió ver en pantalla aspectos de nuestra propia interioridad. El público lo entendió sin más y convirtió en éxito una labor finísima, desmintiendo lugares comunes sobre calidad y audiencia. Ahí hay una señal que vale la pena seguir.