La nueva etapa de la contienda mediática
Por Gabriel Fernández
Director de La Señal Medios
En pocas horas Wikileaks lanzará al
"aire" de la web numerosos documentos que involucran a los Estados
Unidos con graves violaciones a los derechos humanos en distintos puntos del
planeta.
Los materiales que quedarán a disposición del
público han sido guardados en reserva por las autoridades del Departamento de
Estado y evidencian los distintos tipos de tormentos a los que la democracia
del Norte somete a sus detenidos, con especial énfasis en las acciones
destinadas a infundir pánico en los mismos.
Es claro que algunos medios hemos difundido
previamente varias de las tropelías que ahora se conocerán en conjunto, y que
en ámbitos políticos y diplomáticos el estilo con que los Estados Unidos
despliegan su labor civilizatoria es vastamente conocido.
Sin embargo, esta ventilación ordenada y asentada
específicamente en documentos estatales configura un nuevo paso adelante para
avanzar en la contienda informativa que abarca todo el planeta y puede derivar
en el esclarecimiento de trazo grueso acerca de quién es quién en un mundo
convulsionado, aunque más equilibrado.
Será, además, un nuevo estilete clavado sobre el
dorso de quienes destinan premios humanitarios a los poderes centrales y sus
representantes, y sobre aquellos que en sus medios de comunicación dan cuenta
de los "esfuerzos" norteamericanos para frenar el
"autoritarismo" de países medio orientales y latinoamericanos.
Porque, y esto debe quedar claro, lo que Wikileaks
difunde no es otra cosa que información. Noticias, para ser más claros,
asentadas en la más directa de las fuentes: los mismos realizadores de los
atropellos, los mismos diseñadores de las políticas en cuestión.
Vale preguntarse en qué criterio se fundamentan
los diarios, agencias, radios y canales que resuelven no dar a conocer las denuncias
directas, pero atosigan sus espacios con trascendidos, opiniones, rumores y
versiones que, siempre, contienen acusaciones larvadas para dirigentes y
naciones que suelen integrar el "Eje del Mal".
Vamos más a fondo: porqué no creer lo que circula
en los sitios periodísticos más veraces y objetivos, que -pueden creerlo- antes
de lanzar una información utilizamos métodos de corroboración extremos para no
"pisar el palito" y no ser arrastrados en maniobras, y si en las
voces crípticas de fuentes internacionales con subjetividad definida.
En los meses recientes la opinión pública ha sido
salvajemente bombardeada con los diabólicos planes nucleares iraníes, el brutal
accionar del gobierno sirio, la maldad intrínseca de Chávez, el indignante
autoritarismo de Cristina, y hasta se ha incurrido en adjetivar la notoria
vagancia del pueblo griego, la falta de comprensión popular hispana ante los
lógicos planes de ajuste, y la protección ecuatoriana para un abusador sexual.
Todas las "informaciones" vertidas en
ese sentido, y otros, se basan en brumosas interpretaciones de
"analistas" que consultan voceros de entidades ligadas a empresas con
distintos intereses en las cuestiones abordadas. Pero merecen hectolitros de
tinta y vastos espacios de cobertura que tienden a acorralar
comunicacionalmente a quienes discrepan, con datos en la mano.
El nuevo escenario internacional permite observar
un horizonte económico y político variado, con zonas de poder esparcidas en
distintas regiones del globo. Esto va logrando su correlato en el ámbito
mediàtico. Y si bien las hegemonías persisten, también se agrietan. Assange
está detenido, pero de algún modo, sigue hablando.
En pocas horas saldrán a luz documentos hasta
ahora reservados, que machacan sobre caliente en las regiones más vulnerables
de quienes hablan hasta el cansancio de democracia y libertad. Lo interesante
para quienes conocemos varios de esos contenidos, ya no pasa por comprobar sus
aseveraciones, sino por averiguar qué artilugio hallarán los medios de la Sociedad
Interamericana de Prensa, por ejemplo, para ocultar nuevamente la verdad.
Aunque a nivel general de política se trata,
particularizando el debate podemos señalar que, además, de periodismo se trata.
Algo ocurre y es comprobado. Se obtienen hasta las fuentes más primarias:
víctima y victimario, quienes coinciden en la descripción de los sucesos. Pues
bien ¿no constituye una fase rutinaria de la labor profesional difundir esas
informaciones? ¿O el rol del periodismo es, profesionalmente, ocultarlas?
Es indudable que, sin olvidar el dramatismo de la
narración, hay algo divertido en este tramo de la batalla comunicacional. Los
medios "serios" se han puesto tan "serios" que su
prestigio, da risa.