EJES: Lo que está en juego

Por Gabriel Fernández *

La machacona e inexacta propaganda tenía un sentido. El mismo trascendía una elección y se proyectaba hacia la fundamentación de una política de gobierno. Lo conversamos abiertamente con Artemio López, en el aire de La Señal: la situación es insólita, señalaba el titular de la consultora Equis, porque más de la mitad de los encuestados opinan que el gobierno de Cristina Kirchner es el mejor de la historia, y un poco menos de la mitad supone que es el peor; casi no hay matices. Estos datos se referían al estado de la opinión pública sobre mediados del año pasado.

En vinculación con el estado psicológico de una parte de la población, los medios concentrados instalaron la idea de un país con serios problemas. Con datos al voleo asentados sobre el sentido común más vulgar, inyectaron temas como corrupción, seguridad, ñoquis políticos, dólar, gasto público, republicanismo, tolerancia, reservas. En ningún caso (¡en ninguno!) al realizar un examen exhaustivo de la década reciente, se observan dificultades que superen realidades manejables por una administración. Y en la mayoría, indicadores superiores a la propia historia y a la mayoría de los otros países del orbe.



Sin embargo, la insistencia resultó efectiva. Tenía dónde anclar: largas tradiciones familiares antiperonistas de personas que ni saben por qué cuentan con un puesto laboral, ideas erróneas extendidas como verdades sobre los rasgos de aquellos seres humanos que adscriben al peronismo, y frustraciones varias que, cuando la nación declina, hallan explicación, pero cuando crece, desnudan impotencias. Así, sin que mediara ninguna variable catastrófica como las que asolaron al país en el último lustro del siglo pasado, pudo verse en las calles argentinas a ciudadanos bien alimentados, bien vestidos y con billeteras nutridas, clamando ardientemente “en este país no se puede vivir más”.

Eso se tradujo en votos y resultó apuntalado por errores internos del Frente para la Victoria que originaron descontentos y broncas cruzadas. A la hora de asumir, el gobierno liderado por Mauricio Macri inició un vertiginoso andar amparado en la descripción de la falsa crisis que necesitaba para explicarse. Lo advertimos:http://www.laseñalmedios.com.ar/…/retorno-al-coloni…/ . Y el pueblo argentino –sus miembros que comprendieron y aquellos que resolvieron engañarse- empezó a padecer, una vez más, el alud liberal conservador.

Estas fueron las medidas básicas del área económica que orienta Alfonso Prat Gay, rodeado de CEOs para los cuales la patria es su compañía: una devaluación que transfirió la mitad de los ingresos nacionales a las corporaciones financieras y a las empresas concentradas; anulación de las retenciones agropecuarias para beneficiar a los socios agroexportadores y deteriorar así la recaudación pública genuina; anulación de programas sociales que resultaron exitosos pues en la última década mejoraron la asistencia, la alimentación, la educación y la salud de la población; eliminación de normativas institucionales a través de Decretos de Necesidad y Urgencia; alza de tarifas a través de la quita de subsidios; y despidos masivos con el objetivo de acorralar a los trabajadores y cambiar el eje paritario: de la lucha por la recuperación del ingreso a la pugna por la estabilidad laboral.

La algarada en derredor del tema Seguridad, que fatigó horrores los últimos diez años pese a la continua mejoría de los indicadores, no alcanzó para ocultar que la subordinación a la Central de Inteligencia Americana mediante la designación de Patricia Bullrich trae aparejados varios dilemas: entre las firmas que lideran la administración y los servicios que tienen a cargo la seguridad, se cuentan los corresponsables del hundimiento de grandes naciones como México y Colombia, arrasados por el narcotráfico. Es decir, nuestro país se ha adosado un problema que no tenía. Al igual que en los rubros anteriores, asentado en un lugar común “cada vez hay más droga”, lanzado por el vecino que ve a los pibes del barrio fumando un cigarro de marihuana ante el kiosco y a dos ladrones empacados en su furia. Hay que ver la incidencia institucional que las empresas del narcotráfico tienen en tierra azteca para entender la diferencia.

Si el origen de la gestión macrista es el voto, el sustento de la misma es el equívoco público y la mezquindad privada. Frente al presente cuadro de situación, es penoso que muchos ciudadanos estimen “igual hay que desear que les vaya bien porque asi nos irá bien a todos”. De una vez y para entenderlo: De Martínez de Hoz a Prat Gay, de Videla a Macri, el liberalismo conservador argentino necesita que a la Patria le vaya mal para acumular sus beneficios. Así como la pesadilla del Norte es la unidad y el crecimiento del Sur, el horror de las capas dominantes en la Argentina es el progreso económico popular, la ampliación del mercado interno y el desarrollo industrial.

Se pueden ignorar muchas cosas en esta vida; de hecho quien esto escribe apenas roza un puñado de saberes incompletos. Pero lo que no se debe desconocer es de dónde sale el dinero que sostiene a la familia. Quien ignora los motivos profundos de su propio sustento es el verdadero zonzo. El gobierno macrista tiene muy claro dónde está la guita, y la está tomando sin más ni más. El pueblo argentino necesita dejar de lado frases hechas, errores inducidos, problemas fantasiosos, y abocarse a la resolución de sus vías de ingreso. El desafío no pasa por averiguar cuánto ganaba un empleado de La Cámpora; pasa por revertir la caída del poder adquisitivo concreto y disponer las herramientas necesarias para retomar la senda del crecimiento.

•Area Periodística Radio Gráfica / Director La Señal Medios