Retorno al coloniaje

Por Gabriel Fernández *

Tras el golpe de 1955 el liberalismo conservador en el gobierno pretendió legitimar su orientación económica a través de una arbitraria auditoría regenteada por el doctor Raúl Prebisch. Como el objetivo estaba prefijado, el economista que había acompañado a Federico Pinedo durante la década infame reflejó en su informe la devastación en la cual el peronismo había dejado la economía argentina.

En realidad Prebisch necesitaba señalar la ausencia de reservas y denunciar el excesivo gasto fiscal. Entonces lo hizo, a pesar de la progresividad y el crecimiento de la economía nacional, de un nivel equilibrado de recursos y de inversiones orientadas al desarrollo del mercado interno. El objetivo era justificar la adopción, por parte de la Revolución Fusiladora, de medidas excepcionales que permitieran a las empresas privadas ligadas al interés exterior retomar el control económico.



Por supuesto, el diario La Nación fue el principal difusor de la catástrofe señalada por Prebisch. Frente a las mentiras planteadas insistentemente don Arturo Jauretche exigió participar de un debate para cotejar los datos y dejar ante la sociedad una idea clara de lo que había sido la gestión económica peronista. Jamás se aceptó su pedido; su voz fue difundida por medios populares alternativos. Durante 18 años, con algunas variantes, la acción liberal conservadora perjudicó al pueblo y la nación argentinos, asentada en un diagnóstico intencionadamente equívoco.

Por estas horas estamos asistiendo a una falsificación semejante. Como bien lo explicara Oscar Jesus Gómez en La Señal por la Gráfica “varios cerebros de los intereses financieros concentrados, cuyos jefes reales se encuentran en Davos, están dando cifras sin fundamento sobre las reservas argentinas”. El sentido de estas aseveraciones huecas, que dan cuenta de lo que muchos periodistas llaman, por estas horas, “el estado en el cual el kirchnerismo dejó al país”, es la entronización de gerentes de multinacionales con las manos libres al frente del Estado. Como apunte irónico, Gómez recordó que “Raúl Prebisch hizo su autocrítica recién en 1983”. Es decir, cuando el daño ya estaba bien consumado.

Hoy como ayer, la propaganda cerrada y sin réplica obtiene módicos pero útiles resultados. El ciudadano común al escuchar el diagnóstico cargado no siempre se pregunta sobre su veracidad y siente que el gobierno saliente lo ha defraudado. Una zona decisiva, humilde e inteligente, de nuestro pueblo, sabe que no es así y valora las mejoras obtenidas en este tramo, pero tiene escasos canales de expresión para manifestarlo.

Como su pluma traspasa las épocas, cerramos evocando fragmentos de la previsión lanzada tras el advenimiento de los ministros liberales por Jauretche: “una banca central nacionalizada y un gobierno que mantenía el control de cambios, fueron elementos importantísimos para poder establecer las prioridades de desarrollo del país de manera que fueran favorables a Argentina y no a los intereses externos tan ávidos de imponernos la división internacional del trabajo, el dominio, la dependencia”

“El plan Prebisch significará la transferencia de una parte sustancial de nuestra riqueza y de nuestra renta hacia las tierras de ultramar. Los argentinos reduciremos el consumo, en virtud de la elevación del costo de vida y del auge de la desocupación. De esta manera, no solamente aumentarán nuestros saldos exportables, sino que serán más baratos, lo que será aprovechado por el consumidor inglés que ensanchará su cinturón a medida que nosotros lo vayamos achicando. La mayor parte de nuestra industria, que se sustentaba en el fuerte poder de compra de las masas populares, no tardará en entrar en liquidación”.

• Director La Señal Medios / Area Periodística Radio Gráfica