Descendió
Independiente. Jugará el campeonato 2013/14 de segunda división. Lloran señores
de canas, conocedores de otras glorias. Se abrazan padres e hijos, testigos
lejanos de otros momentos.
Independiente. Los Diablos Rojos. Apodo que nació en 1928. Independiente
derrotó al FC Barcelona, de visita en nuestro país. Zoilo Canavery, Alberto
Lalín, Manuel Seoane, Luis Ravaschino y Raimundo Mumo Orsi. En los años
treinta, el primer bicampeón profesional. Otra delantera de dibujos animados:
Juan José Maril, Antonio Sastre, Arsenio Erico, Vicente de la Mata y José
Zorrilla.
Club de clase media. Independiente nació en el
centro porteño, pero pronto se mudó a Avellaneda. Instaló su club en Crucecita.
Avenida Mitre al 1900. La alta sociedad avellanedense eligió a Racing Club. Las
barriadas populares también. Los sectores medios se acercaron a ese club
ordenado, de histórica presencia radical. El 4 de marzo de 1928 inauguró el
primer gran estadio de cemento armado de Argentina. Punto de partida para una
historia de éxitos deportivos e institucionales.
La gran inmigración española eligió a Independiente
como su club. ¡Gallegos amarretes! Frase preferida de los futbolistas del club
que salían de la sede, Mitre 470, sin el contrato soñado. Hasta fines de los
años ochenta, la dirigencia de Independiente tuvo una premisa: números
ordenados.
Carlos Cecconatto formó una delantera qué completa
jugó en la selección argentina: Rodolfo Micheli, Cecconatto, Carlos Lacasia,
Ernesto Grillo y Osvaldo Cruz. El futbolista pidió un dinero que el club no
deseaba erogar. La dirigencia priorizó sus intereses. El jugador fue colgado
por dos temporadas. Años después, Ricardo Enrique Bochini, hoy un paño de
lágrimas por éste presente, se sentó a renovar contrato. Enero de 1985. El Bocha
ya era considerado la máxima figura del club en su historia. Pocos días antes,
los rojos habían derrotado a Liverpool de Inglaterra en la final
Intercontinental jugada en Tokyo. Golazo de Mandinga Percudani. Bochini pidió
cien mil dólares. El club ofreció la mitad. Los números por sobre los ídolos.
Cuando Jorge Maldonado, chivita y corazón,
levantaba los brazos, todos los presentes ya conocían de la mística roja. Nacía
el Rey de Copas. Campeón de América 1964 y 1965. El uruguayo Tomás Rolan, el
petiso Osvaldo Mura, La Garza Juan Carlos Guzmán, Capotito De la Mata y un
monstruo: Raúl Emilio Bernao. Pero la gran figura fue un dirigente. José
Epelboim. Tan importante que Alianza de Lima intentó contratarlo. Si, como a un
futbolista.
Independiente. Campeón de América 1972, 1973, 1974
y 1975. Pepé Santoro, Pancho Sá, Rubén Galván, Mencho Balbuena, el peruano
Percy Rojas, Petete Bertoni. Dueño de dos de las más páginas más importantes en
la historia de nuestro fútbol. Noviembre de 1973. Final Intercontinental.
Juventus y su prepotencia europea. Juega la final solo sí se hace a partido
único y en Italia. Olímpico de Roma. Ricardo Bochini llena de gloria al fútbol
argentino. Enero de 1978. Nuevamente el Bocha. Final del Nacional. La Boutique
del Barrio Jardín colmada. Independiente con tres jugadores expulsados. El Pato
Pastoriza les reclama a sus ocho jugadores que sean hombres. Talleres de
Córdoba se creía campeón. Pared Bochini-Bertoni. Un clásico. Empate 2 a 2.
Hazaña.
¿Qué pasó con éste club? En épocas de
hiperinflación modelo 1989, el equipo de Independiente salía al campo de juego
con una bandera roja. Decía “Por cien mil socios”. A pesar de la devastación
del tejido social, Independiente acariciaba una cifra de socios récord a nivel
mundial. Un club social. El pasivo institucional en 1992 era de un millón de
pesos convertibles. Con la gestión de Jorge Bottaro y Eduardo Grondona la deuda
trepó a casi diez millones de pesos convertibles. Ya era otro futbol. Fines de
los noventa. Era el tiempo de los representantes. Contratos millonarios.
Jugadores de a pares. Cualquiera podía vestir la camiseta de Independiente. La
cultura del aguante. Los socios cambiaron el paladar negro, sinónimo de buen
gusto por el fútbol, a cambio de ingresar en una espiral con destino a la nada.
Julio Humberto Grondona. Ferretero. Futbolista
mediocre. Puntero Radical en sus años mozos. Vicepresidente de la multinacional
más importante del mundo: la FIFA. Presidente de Independiente durante los años
de plomo. Su relación con el club es singular. Siempre estuvo presente. Siempre
ayudó. Siempre solucionó problemas. Alguna vez se deberá resolver el
intríngulis Julio Comparada – Hugo Moyano – Julio Grondona. El gran negocio. El
contrato de la AFA con la aseguradora El Surco con la Asociación del Fútbol
Argentino.
La cultura del aguante destrozó al fútbol nacional.
No importa la porquería irreciclable que se brinde dentro del campo de juego.
Puede jugar cualquier patadura parte de algún negociado espurio. Total,
mientras se vacían los clubes, los hinchas aparecen por TV mostrando que
quieren más al club que a su vida.
Andrés Ducatenzeiler asumió la presidencia de
Independiente en 2001. Junto a él Daniel Grinbank, empresario de espectáculos.
El promedio acuciaba. Llegaron jugadores de jerarquía en una Argentina que
ardía. Campeón Apertura 2002. En mayo de 2004, aún presidente, pero alejado de
sus funciones, declaró: “Cuando fuimos campeones en 2002, yo fui a la AFA y
pedí que no me arbitraran Horacio Elizondo y Fabián Madorrán. No lo hicieron en
las 19 fechas y ganamos el título. Aparte, Independiente no se fue al descenso
porque hicimos 19.532 cuestiones, todas legítimas”. Puntos suspensivos. Poco
tiempo después de éstas declaraciones, Ducatenzeiler fue internado en un neurosiquiátrico.
La gloria herida de muerte. Desde 1990, el fútbol
argentino disputó 45 campeonatos. Independiente dio dos vueltas olímpicas.
Julio Andrés Comparada fue el presidente que ejerció el cargo durante más
tiempo. Presidente de El Surco. Socio de Hugo Moyano. Asumió en 2005. Fue
derrotado en las urnas, a fines de 2011. Es el presidente de los casi 200
jugadores. De los 300 millones de deuda. De la demolición de la Doble Visera.
De la venta de las últimas joyas: Sergio Agüero, Germán Denis y Oscar Ustari.
El salto al vacío. En 2005 el pedido de
convocatoria de acreedores. Una deuda de 46 millones de pesos. Pasaron pocos
años. Un estadio nuevo sin terminar. Un contrato con la constructora GRAPE en
entredicho. Otra constructora, ASTORI, íntimamente ligada a Julio Grondona. Una
obra que no debería estar habilitada. Un estadio, que se estima que costó unos
400 millones de pesos. Las cosas mal hechas, evidentemente, terminan mal.
Un club acostumbrado al éxito le dio paso a la
mediocridad. Racing, como una obsesión. Antonio Mohamed, primer entrenador de
los 114 partidos letales, declaró: “A mí me pidieron dos cosas: ganar la Copa
(Sudamericana) y ganar los clásicos”
Honestismo. Derivación ideológica de la
no-política. Javier Cantero asumió la presidencia con el voto popular
derrotando al binomio Baldomero Cacho Álvarez – Comparada. Cantero prometió
auditoría y erradicar a los barras. Un flagelo que Independiente sufre desde
los noventas. La barra de Bebote. El mismo que por dinero pintó al telón que
cubría la tribuna “No a la violencia”. Año 1995. Las diferentes barras tomaron
el protagonismo propio de la cultura del aguante. Fueron el brazo armado de
Julio Comparada. Amedrentaron a todos los socios en las asambleas del club.
Florencia Arietto asumió como jefa de seguridad. Renunció poco tiempo después.
Cantero no explicó su salida. Tampoco realizó la auditoría.
Comparada torpedeó los cimientos. Cantero mostró
ineptitud. Un interinato fatal de Cristian Díaz, quien dirigió a Independiente
casi un torneo por una coincidencia: estar sentado en el banco de suplentes el
día del milagroso 5 a 4 en la Bombonera. Una lista de contrataciones hechas por
el enemigo: Víctor Zapata y su crónica lesión en el tendón de aquiles derecho.
Rolfi Montenegro y su fútbol cansado. Luciano Leguizamón con sus lesiones
crónicas y su poco apego al entrenamiento. El patizambo Juan Caicedo. Jonathan
Santana, que al igual que Leguizamón, no pasaría la revisión médica en otro
club que no sea Independiente. Podemos sumarle muchachos como Roberto Battión o
Ernesto Farías. Entre todos ellos, le costaron a Independiente unos 15 millones
de pesos. Cantero declaró que su club no estaba en condiciones de grandes
erogaciones.
Independiente jugará la B Nacional. Campeonato
súper profesional y complejo. La gloria ganada impone un examen de conciencia a
socios e hinchas. Y una certeza: ¡Como te afanaron Independiente! ¡Qué bronca
da!