Cómo avanzar
Por Gabriel Fernández *
Aunque en breve nos asomemos a las medidas propuestas por el
gobierno y a los cuestionamientos de los medios opositores, es preciso arrancar
situando el trasfondo de la economía política real, perfilando una mirada desde
el interés social popular.
El debate concreto, hacia el mediano plazo, que
exige el panorama nacional, es cómo avanzar con más intervención estatal, y a
qué zonas de la economía promover con energía. Una vez que se indica eso, el
precio del dólar no es más que una herramienta destinada a sostener tales
objetivos.
RUMBO SUR. Pese a las dificultades, los indicadores económicos argentinos siguen bien rumbeados. A decir verdad, en este primer tramo del 2013 se percibe una leve mejoría con respecto al año anterior. Hay una interesante determinación oficial de apuntalar emprendimientos productivos , al tiempo que sostiene instituciones determinantes como las paritarias y la asignación universal.
La continuidad de un poder de compra apreciable
aunque raspado por las alzas en los precios, y la recuperación de zonas clave
como el petróleo y las finanzas derivadas de las jubilaciones , están
garantizando una recaudación importante, en términos globales, que permite una
acción estatal no tan intensa como se podría esperar, pero de todos modos
superior a períodos anteriores.
Las crecientes de precios, asentadas en la
monopolización de las distintas áreas –tema al cual aún no se la hincado el
diente en profundidad- se ven atenuadas por la persistencia de los subsidios a
los servicios que encarnan los gastos fijos de las familias promedio. Los
desajustes más importantes se observan en las gestiones conservadoras (Capital
Federal es el gran ejemplo), que igual suben los impuestos que están a su
alcance.
Como las iniciativas productivas son
tecnológicamente modernas y el Estado no se decide a incorporar más personal en
las áreas de Educación y Salud, donde se observan huecos preocupantes, el nivel
de empleo real crece más despacio que la economía.
Ahí existe una distorsión a resolver, pues la
asignación y los planes deberían tener un horizonte cercano, en lugar de
instituirse como persistencias. La necesidad del empleo en blanco, estable y
bien remunerado, es una buena discusión para el presente en proyección; pero ni
los economistas ni los sindicatos parecen comprenderlo cabalmente.
La solución (parcial, pero muy atractiva y
profunda) está al alcance de la mano: es imprescindible que el Estado nacional
admita la trascendencia de las empresas cooperativas recuperadas y promueva su
desarrollo seriamente, lo cual involucra la sanción definitiva de la Ley que
les permita adueñarse de los predios y establecimientos en los cuales
despliegan sus actividades.
Comprender que los productos que emergen de esas
compañías tienen igual o mejor calidad que los de las firmas tradicionales
implicaría un cambio de mentalidad en el funcionariado, cuya madurez conceptual
es escueta y asentada aún en la adolescencia de quien admira lo ajeno en
detrimento de lo propio.
El otro tema que permitiría una definición a favor
de los intereses nacionales con fuerte sustento económico y monetario, es la
recuperación de recursos naturales hoy en manos de corporaciones extranjeras.
Sin cuidado por el medio ambiente, se llevan bienes que no hallarán renovación
y podrían apuntalar reservas e inversiones locales a futuro.
Con respecto a la profundización de la unidad
sureña y, desde allí, establecer un mercado interno amplio y unificado, es
pertinente apretar el acelerador. Sin embargo, allí no es sólo la Argentina una
voz determinante, sino que los avances y las mesetas guardan relación con los
pasos que resuelva concretar Brasil.
En suma, y a sabiendas de estar paneando un paisaje
que amerita estudios más detallados, el rumbo económico asentado en una
sociedad dinámica, está bien orientado y ninguna de las nubes señaladas logran
oscurecer un trayecto que mejora ostensiblemente el propio pasado y también los
casos conocidos en el orden internacional.
LAS POLEMICAS. Vale aclarar en este sentido, que la
política, y también la política económico social, es comparación. Aquél que
dice no me importa lo que pasa en otros lados, yo pienso sólo en la situación
argentina, está condenado a pedir continuamente imposibles razonables que lo
hacen quedar bien ante cierto público y mal ante una realidad sobria pero
impiadosa.
En tanto, los medios de comunicación opositores,
liderados ideológicamente por La Nación, observan el presente como “una enorme
dosis de maldad” originada en el Poder Ejecutivo, y condenan la democratización
de la Justicia, la aplicación de le Ley de Medios y la lucha contra el lavado
de narcodólares como “un terrorismo simbólico de Estado”.
Desenfundando la línea editorial histórica que
tantos beneficios le prodigó durante los ciclos orientados por José Alfredo
Martínez de Hoz y Domingo Felipe Cavallo, uno de sus periodistas centrales,
Joaquín Morales Solá, añade, en armonía con la algarada televisiva de Jorge
Lanata desde Clarín, que este gobierno “está acorralado por las denuncias de
corrupción”.
Bien, ¿qué ocurre en verdad? Por un lado está la
denuncia presentada por el abogado constitucionalista Eduardo Barcesat con el
aval de la diputada Juliana Di Tulio. Barcesat dijo a Radio Gráfica que “no
sólo abarca a las empresas del Grupo Clarín, sino a más de 500 empresas y
personas físicas argentinas que tienen depositados en estos paraísos fiscales
una cifra estimada en cuatrocientos mil millones de dólares. Es plata que se
produjo en el país, explotando recursos del país”.
Es decir ¿quieren hablar de corrupción? Bueno,
vamos al eje de los problemas.
Luego, está la propuesta que se debate en el
Congreso. El proyecto autoriza al gobierno a la emisión de tres instrumentos
financieros en dólares que se darán a las personas que opten por exteriorizar
sus divisas no declaradas para ser empleadas en inversiones en materia de
infraestructura e hidrocarburos, y en la construcción y el mercado
inmobiliario.
La propuesta diseñada por el gobierno establece la
creación del Bono Argentino de Ahorro para el Desarrollo Económico (BAADE) y
del Pagaré de Ahorro para el Desarrollo Económico, que serán emitidos en
dólares.
Además se emitirá el Certificado de Depósito para
Inversión (CEDIN) en dólares, que será nominativo y endosable, que podrá
utilizarse para la compraventa de terrenos, galpones, locales, oficinas,
cocheras, lotes, viviendas ya construidas, y para la construcción de nueva
medidas.
Uno de los beneficios contemplados para los
tenedores de divisas que decidan blanquear sus tenencias a través de estos
instrumentos es que estarán exentos del pago de impuestos, así como tampoco el
titular deberá informar a la AFIP la fecha de la compra, entre otras
cuestiones.
Una condición es que tengan al día el pago y
presentación de sus declaraciones juradas de los períodos fiscales previos y de
hasta 2012. A ver: aunque se trata de un premio a empresarios evasores, es una
posibilidad de transparentar definitivamente un sistema oscurecido, sobre todo,
por los críticos del oficialismo.
ZONA OSCURA. En cuanto al precio del dólar, vale
una reflexión final. La moneda norteamericana, es utilizada desde hace diez
años más o menos en la Argentina como herramienta para equilibrar los precios
internos y externos. Ha sido sostenida por la intervención estatal con el
objetivo de evitar la invasión de productos externos que deterioren la
capacidad industrial local.
Cuando se produce la gran devaluación duhaldista,
se registraron dos fenómenos simultáneos: el relanzamiento de la producción
argentina y –al no incluir un alza salarial equivalente- la caída en la pobreza
de millones de personas. ¿Era posible hacerlo tomando en cuenta la variable
social? Ahí es donde debe tallar la política: era posible porque era necesario
para nuestra gente.
Sin embargo, confundir la herramienta (el control
del precio del dólar “argentino”) con un programa de acción económica impide
reflexionar sobre lo que este pueblo, y este país, necesitan hoy.
Básicamente, la Argentina necesita un peso
productivo. Ni fuerte ni débil. El peso sobrevaluado tiene una engañosa
apariencia patriótica, pero beneficia a importadores y financistas. El recuerdo
del 1 a 1 debería estar más vigente en el análisis de los especialistas. El
peso muy bajo, hiperdevaluado, genera un impacto de desarrollo sin sustento
efectivo y una inflación rápida.
En sus interiores, el gobierno argentino está
analizando –y la sociedad debería estar debatiendo- cuál es el tono justo. Si
esto se presentara con claridad ante la comunidad y si los medios que dicen
respaldar este proceso pudieran articularlo sin eufemismos, se podría habilitar
la toma de decisiones finas, destinadas a reubicar el valor del peso según la
exigencia de la hora.
Lo que ocurre en Brasil es un indicador de cómo una
sociedad no traumatizada por devaluaciones empobrecedoras puede analizar lo que
más conviene. Claro que aquí tiene que existir un compromiso del Estado, no
ante los empresarios sino ante los trabajadores, de sostener abiertas las
paritarias para equilibrar internamente el resultado de sus decisiones.
Este es el debate: cómo avanzar. Hay que trabajar
fuerte en la comprensión del presente para evitar que personas que viven de su
labor diaria anden tonteando y quejándose por el precio del “dólar blue”.
Tal vez quede bien para charlar en rueda de amigos
zonzos, pero es como si mi equipo, que lucha denodadamente por ascender del
Nacional B a la primera A, estuviera preocupado por los resultados de la Copa
Libertadores.
•Director La Señal Medios / Area Periodístico Radio
Gráfica.
NdA: Cuando terminé de escribir este material
consulté a varios periodistas de confianza. Cuando empecé a ver sus aportes
(inicialmente pensaba incluirlos en el texto) comprendí que valían como apuntes
por si mismos.
Así que resolví transcribirlos a continuación, para
sumar conceptos atinados. Fíjense:
Omar Zanarini: “ las herramientas de blanqueo de
dolares se da en un escenario de una busqueda constante de querer devaluar, ya
tanto los industriales como los sectores vinculados al mercado exterior. Los
primeros para bajar costos (enfriar la economia dicen) y los segudnos para
gozar de mayores beneficios de la renta diferencial. También señalaria que
estas medidas, en tanto coyunturales, busca paliar la ausencia de inversiones
en el sector eneergetico como reactivar la construccion y el mercado
inmobialiario; no son medidas de fondo, que busquen tocar la estructura. Y si
hablaría en ese caso de la nacionalizacion del comercio exterior (como un
posible) en tanto habilita al Estado hacerse de forma urgente de los dolares q
se necesitan para industrializar.”.
Ariel Weinman: “La política económica no arranca a
partir de la cotización del dólar.Pero el gobierno tuvo que tomar restricciones
para frenar la fuga de dinero producido en la Argentina, con fuerza de trabajo
nacional, con recursos naturales de la nación. La fuga de capitales ha sido una
constante durante el período neoliberal.El kirchnerismo no pudo modificar esta
historia. El norte de la política económica no es la divisa, es claro, pero se
asienta en algunas condiciones como las reservas en divisas, y sólo en 2011 el
BCRA perdió 18.600 millones de dólares (datos del BCRA). Las restricciones
frenaron la fuga de capitales, pero por condicionamientos culturales la
pesificación del mercado inmobiliario y de la construcción no tuvo éxito, por
lo menos el esperado. El Cedin y el Baade apuntan a reactivar esos sectores de
la economía. ¿Podrá? No es anticipable, porque el proyecto de blanqueo
interpela a sectores que están en las antípodas del proyecto nacional y
popular, desde la perspectiva de los intereses económicos y sobre todo desde lo
ideológico. La munición argumentativa del poder económico tira fuego graneado
sobre todas las políticas del gobierno, no porque haya una desmesura ética
inequitativa con el blanqueo, sino porque apostaban a una segura devaluación y
Cristina le hizo un corte de manga. Porque el gobierno avanza con la
democratización de la justicia, la denuncia contra las empresas que lavan
dinero y le amenaza una baza que está en la génesis del proyecto neoliberal en
toda sus dimensiones: la expropiación de Papel Prensa. La Nación y algunos
papanatas dicen que el gobierno está desesperado. Parece más una proyección en
sentido psicológico, porque atestiguan cotidianamente que después de 10 años no
pueden recomponer un entramado político que por lo menos inquiete seriamente la
continuidad del proyecto.