FILOSOFÍAS


Just do it

Por Gabriel Fernández *

El asombro de Denzel Washington es conmovedor: descubre que una gigantesca empresa dedicada a la elaboración de armamentos, entre otros asuntos, ha implantado un chip en el candidato a vicepresidente con el objetivo de controlar el gobierno norteamericano según sus intereses.

A través de una intensa trama que cuestiona el rol de las más poderosas firmas privadas, se ofrece una hipótesis curiosa: los Estados Unidos perderían su sentido democrático si las autoridades resultaran gobernadas por un interés particular. Hasta se plantea el debate en esa dirección. The Manchurian Global quiere controlar el planeta, y apenas el Muchacho brega para impedirlo.

Seamos precisos: sólo en una cultura política aplastada como la estadounidense puede plasmarse un guión que a esta altura del partido suena a obviedad en los más variados puntos del planeta. De hecho, los fabricantes de armas, las grandes entidades financieras y las empresas dedicadas a la producción y venta de estupefacientes se han hecho del poder en el país del Norte.


Los gobernantes no necesitan un chip para convertirse en robots. Presiones, amenazas, negociaciones, son suficientes para alinear dirigentes que son parte del negocio (George W.Bush) o disciplinar a quienes han aspirado promover algunas modificaciones (Barack Obama).
(Mientras transitaba algunos paisajes platenses con la intención de desconectarme del trabajo diario, pensaba esto: hay dos elementos muy importantes que se desprenden de la situación presente y, aunque parezca mentira en un panorama dominado por el interés material directo, guardan vínculo con la filosofía.)

Winners and losers

Entonces, me propuse decirlos, aunque una vez planteados resulten evidentes (siempre es más prestigioso presentar rompecabezas sesudos). Pues ¿Cómo es posible que una nación que se autoconstruyó en base al desarrollo industrial admitiera con entusiasmo el control de las corporaciones improductivas?

Hay una clave a considerar que permite, inclusive, relativizar la necesidad de presiones sobre la dirigencia: la dualidad ganadores / perdedores implica la justificación plena del primer grupo. Todo añadido a la victoria en el mundo capitalista es visualizado por la cultura anglosajona americana como una excusa propia de fracasados que no admiten la primacía del primero.

Ni “depende de qué modo”, ni “siempre y cuando no se avasalle al otro”, ni “manteniéndose dentro de la ley”, ni “en tanto se valore el bien común”, ni nada de nada. Todo eso y mucho más es identificado con objeciones elaboradas por los perdedores para no admitir el triunfo de los mejores, que lo son simplemente por hegemonizar una actividad.

Ya lo había dejado claro El Padrino III en la memorable reunión de accionistas que acepta el ingreso de la mafia a la compañía: si la rentabilidad es adecuada, los métodos son adecuados, sean cuales fueren. Hablando en criollo: --Ehh, ¡pero nos hicieron el gol en orsai! –Si, si, a llorar a la Iglesia.

(Entre otras actividades platenses me acerqué a Estancia Chica para observar el arranque de la pretemporada de los dirigidos por Pedro Troglio. El enorme predio verde, su gran casona, sus viejos árboles, sus canchas rebosantes de césped –algo duro por la intemperie severa, claro- me brindaron el sosiego necesario.)

Vamos más lejos: desde Ronald Reagan al presente, el esquema de poder norteamericano sinceró la cuestión filosófica in extremis: como las finanzas ofrecen una acumulación más acelerada que la producción, tienen derecho a comandar los resortes esenciales del Estado. ¿Que no generan bienes de producción y consumo? ¿Que son artificiales porque no ofrecen un bien material? ¡A quién le importan esos argumentos propios de los que quedaron fuera del juego!

Va de suyo que la solidaridad, la asistencia, los derechos sociales, y unas cuentas cosas más resultan remitidas a las zonas grises y tristonas, donde nadie quiere pertenecer. ¿Cómo forjar un pueblo con esos criterios? ¿Podría el comunismo chino gobernar a esa multitud hoy, con tales preceptos?

Asi las cosas, el andamiaje cultural del Norte lanza sus cañones y deteriora el propio espacio: todos los medios listos para denostar a Roosvelt, preguntarse porqué pagar la salud de los que menos tienen, reírse de quienes usan el transporte colectivo. Y señalar que quienes protestan, sienten “envidia”. La argamasa conceptual de Gordon Gekko en Wall Street.

Sin embargo, el asunto tiene sus aristas complicadas aun para una sociedad en la cual la gran campaña maccartista, venció. Porque ¿cuál es el lugar que en los últimos 20 años los Estados Unidos le ofrecen a sus antes orgullosos “pequeños triunfadores”? A diferencia de los años 50, hoy se le hace saber a un gran vendedor de autos, a un destacado profesional, a un fabricante eficaz, que no son nada. Que da lo mismo.

Antes de Reagan siempre hubo un lazo para los que se esforzaban. Aunque campeaba la filosofía ganador / perdedor, quien construía su casa, mejoraba su cultura, instalaba su comercio, o aun más, lideraba una empresa próspera, tenía un lugar, una opinión. Pertenecía a la gente decente y principal. Y si el modelo ya era acaico, tenía una base apreciable.

Hoy, se pertenece a The Global Manchurian, digamos, se regentea un banco de bancos, se dirige una gran corporación de armamentos… o nada. La pirámide ha llegado al nivel culminante de sinceridad. Se caen los ropajes, dijo Alguien. Al azoramiento de Denzel Washington se le responde “así son las cosas, salamín”.

A Long Way Home

Todo esto tiene otro derivado filosófico que, ahora si, nos involucra. Precisamente porque en el Sur nos está yendo bien. Y está bueno plantearse las cosas con tiempo, en lugar de intentar resolver todos los asuntos cuando la ola está arrasando y ya no hay remedio.
Le va a sonar naif, lector, pero le avisé que no pretendía situarme en las Cumbres Borrascosas sino en un terreno llano, aunque razonable.Tenemos que empezar a reflexionar qué hacemos con nuestro crecimiento, qué sociedad anhelamos construir. Porque aunque los resultados mandan, jugar bien también importa.

En principio, pese a tratarse de un debate potencialmente gigantesco y muy profundo, vale realizar algunos apuntes. Es pertinente garantizar la intervención estatal en la economía para morigerar las desigualdades y evitar la totalización que implica el monopolio. También, para orientar el conjunto de los beneficios hacia la propia comunidad, con el objetivo de afirmar un desarrollo equilibrado.
(Stephen King, en un material que publicamos en La Señal Medios, ha señalado ante sus millonarias ganancias “quiero que el Estado me cobre impuestos, no estoy de acuerdo con los otros ricos”. Pero King hay uno sólo; en realidad para lograr eso el Estado debe estar gobernado por el pueblo y no por los ricos quienes, lógicamente, aprovechan para no pagar.)

Y ahí vamos a otro elemento central en perspectiva: es preciso garantizar la democracia. Y democratizar todos los espacios institucionales. Nada de “si ganó, es mejor”. A ver: de dónde sacó la plata, qué hace con ella. Para eso hay que seguir incentivando la participación pública en la política y prestigiar todas sus variantes: la militancia, la discusión, la elección.

Es preciso, al menos, y como para empezar a delinear el futuro, elaborar una trama sólida y flexible a un tiempo que permita al pueblo controlar el Estado y a sus vez controlar a quienes despuntan por encima de los demás en cada actividad. En los últimos diez años se logró algo parecido , pero debemos establecer un esquema que trascienda a un gobierno determinado.
Conozco la solución de varios amigos: ¡Socialismo! Gritan y creen que así lo resuelven todo. La simplificación de una sociedad tan compleja como la humana puede llevar a sorpresas ingratas que luego cuesta desmontar y pueden generar retrocesos.

Hasta ahora, la Tercera Posición, con su combinación de lugares para la iniciativa privada, la social  y la estatal, ha mostrado un vigor que no se condice con la valoración académica. Pero sí con características que parecen esenciales del ser humano. Por eso me interesaba situar el debate acá, entre nosotros, lejos de los claustros.

Los más queridos compañeros con espíritu igualitario, tendrán que admitir que el reconocimiento individual es básico para el esfuerzo de cada persona por un objetivo. A la comunidad le cabe entornar esa búsqueda, hacer saber que el self made man no existe pues depende de las condiciones generales, y al mismo tiempo admitir que no es lo mismo zambullirse en una actividad que echarse a dormir plácidamente.

Los Estados Unidos han ingresado en una zona oscura de la que pretenden salir a los tiros mientras la niegan con drogas de diverso tipo. Evalúan que pueden emitir billetes sin respaldo sólo porque es más sencillo que toda esa parafernalia que implica la elaboración de bienes, con sus costos, su técnica y sus saberes.

Vale mirar para aprender. Vale aprender para pensar. Si el Sur sigue creciendo, deberá afrontar la decisión acerca del rumbo a seguir. Algunos caminos, aunque aparenten cierto glamour, sólo conducen a una nueva prehistoria.

Estamos tanteando el futuro; la imagen difuminada del horizonte se torna más clara. Reflexionar ahora sobre lo que hay más allá puede ayudar a potenciar el presente.

*Director La Señal Medios / Area Periodística Radio Gráfica.