El Gran Acierto

El Papa en Ecuador y Bolivia, con mensajes inequívocos

Por Gabriel Fernández *

La gira del Papa va dejando elementos significativos para reflexionar y actuar. Arranquemos con una consideración polémica aunque – a esta altura- sin importancia: quienes diferencian agudamente a Bergoglio de Francisco, tendrían que admitir que creen en las conversiones inmediatas, de un día para el otro, o en la iluminación súbita zen, de carácter instantáneo.

Para ellos,  la formación tercerista y jesuítica de Jorge Bergoglio no sería parte de un proceso que se despliega según el lugar de responsabilidad en el cual se encuentre. Sería casi casi, un cambio mágico. Y vale un añadido: en un mundo político regido por el teorema de Baglini, Franciso invirtió los términos y se ha comportado con creciente combatividad a medida que acrecentaba su poder.  



Realizadas estas precisiones para no olvidar que el debate viene de lejos, digamos que en Ecuador, el Papa anuló una movida golpista contra el gobierno nacional popular latinoamericano de Rafael Correa. Sectores económicos con beneficios atados al exterior, franjas políticas conservadoras ligadas a la embajada norteamericana y una jerarquía eclesial absurda con sede en Quito venían presionando para desplazar a uno de los ejes del Unasur.

Todos ellos, como es habitual, utilizando segmentos indígenas y estudiantiles enfervorizados por reclamar “sus” derechos; liderados por dirigencias fácilmente maleables desde el poder concentrado, se trata de espacios siempre listos para hostigar por izquierda las fatigosas construcciones populares que, con sus altos y sus bajos, configuran soberanía y crecimiento.

En Bolivia, Francisco ofreció el reconocimiento internacional que Evo Morales merecía. Quien ostenta junto a Cristina Fernández de Kirchner el interesante título de presidente más popular del continente, se abrazó con el jefe de la Iglesia Vaticana. El indio y el cura, tras largos desencuentros, unidos por los intereses de base a los cuales responden, sintetizando el mestizaje, valor racial real latinoamericano por encima de purismos y dogmatismos.

El Papa llamó al diálogo, cauto para evitar que cualquier observación resulte utilizada en conflagraciones internas subcontinentales, entre Chile y Bolivia para resolver la histórica demanda de la salida al mar. Y si esa convocatoria sonó tenue para aquellos oídos siempre deseosos de escuchar declamaciones estridentes, podemos asegurar que tronó duro en los de un establishment trasandino que se adecúa, o agoniza.

Ahora bien, todo el recorrido estuvo acompasado por los contenidos de la última encíclica, donde el cuidado planetario aparece directamente relacionado con la solución de los dilemas sociales. Ha escrito Francisco, y señalado en los intertextos de todas sus alocuciones públicas: “Los poderes económicos  continúan justificando el actual sistema mundial, en el que priman una especulación y una búsqueda de la renta financiera que tienden a ignorar todo contexto y los efectos sobre la dignidad y el medio ambiente”.

Claro como el agua que se intenta resguardar, las precisiones del Papa se escuchan con altavoz en cada rincón del continente. La indecencia de los medios de la Sociedad Interamericana de Prensa ha buscado descontextuar y reorientar ese decir. Tarea ímproba, claro, que sólo deja en evidencia la indignidad de cada uno de los hombres de prensa que cumplieron órdenes de sus jefes al respecto. Esos hampones, al decir de don Arturo Jauretche.

El gobierno argentino, su política internacional, se ha visto beneficiada otra vez por dos sucesos recientes: la gira papal que estamos comentando, y la determinación del pueblo griego de rechazar las imposiciones de la Comunidad Europea y los organismos financieros internacionales. Y si el panorama brasileño preocupa, la presencia vaticana, curiosamente, genera un nuevo equilibrio que sirve para sostener la vitalidad de la coalición del Sur.

Vale esta última consideración para afirmar la tendencia del Gran Acierto de la década reciente: un posicionamiento mundial que devuelve al país a sus mejores tradiciones, y enlaza directamente con poderes multipolares que abren camino a una nueva humanidad. Desgajar o atenuar ese rumbo implicaría perder una oportunidad histórica extraordinaria en la cual la Argentina está llamada a tener un protagonismo esencial.

El Papa ha hecho más de lo que se esperaba para favorecer a los intereses populares de América latina. Es raro, pensando en retrospectiva, haber imaginado a un pontífice lanzando mensajes que remiten a la Comunidad Organizada y las Tres Banderas a diestra y siniestra. Obviamente, quienes siempre consideraron que ese ideario surgido en las calles australes resultaba poca cosa, siguen razonando así.

Nosotros sabemos lo que esos conceptos, en acción, significan.

*Director La Señal Medios / Area Periodística Radio Gráfica