Serenidad y atención
Por Gabriel Fernández *
Es claro que las franjas populares sostienen, mayoritariamente, al gobierno. Sin embargo, eso no implica que los
guarismos estén asegurados, como lo demuestran las elecciones primarias
efectuadas ayer.
Resulta valioso señalar que tras afrontar una artillería mediática sorprendente
y recién saliendo de una meseta económica, el oficialismo haya logrado mantener
un respaldo apreciable, que lo consolida como la principal fuerza política
nacional.
Pero no sólo eso: también se posiciona como la corriente que posee un proyecto
integral. Es probable que el emergente bonaerense Sergio Massa resulte
impulsado por muchas franjas hacia octubre; pero también que entre las mismas
no logra configurarse una vertiente con opciones que trasciendan las propuestas
oficiales.
(Hay un riesgo, aunque aparentemente tendrá dimensión hacia el 2015: la
hipotética confluencia de massistas y binneristas. Allí sí, el liberalismo
puede llegar a forjar un movimiento con dos alas. Ambas, destinadas a hundir la
Nación, pero potencialmente interesantes a la hora de contabilizar sufragios)
Para leer los guarismos es pertinente salirse por un instante de la euforia
manifestada por los grandes medios de comunicación y observar que el piso
alcanzado por el kirchnerismo, el peronismo realmente existente, es elevado:
justicia social, producción, soberanía e integración continental, son banderas
de difícil contraste.
El gobierno alcanzó a imponerse como la primera minoría en una elección interna
debido, básicamente, a esos logros que, sumados a la política de derechos
humanos, van articulando un bien social al cual se puede bombardear
propagandísticamente, pero no horadar políticamente.
Empero, los desafíos son bastantes. No parece ser ajeno al resultado del
distrito bonaerense el alejamiento de varias conducciones sindicales. ¿Acaso
basta con señalar los errores y hasta las traiciones cometidas por algunos
dirigentes? Es preciso reflexionar sobre la necesidad de contener a un
movimiento obrero que, naturalmente, tiene la tendencia a confluir en el
kirchnerismo.
Algo semejante parece ocurrir con la juventud. El aluvión militante resultó tan
intenso, que la pretensión de sintetizarlo en una sola agrupación, liderada por
pibes de las franjas medias, puede haber originado desaliento en la participación
territorial de un entramado históricamente díscolo y cuestionador.
Entre ambos, sindicatos y juventud, se observó la confluencia más notable de la
década ganada desde el 2003 hasta el presente. Esa articulación no fue cuidada,
asistida y respetada según su trascendencia. El gobierno deberá mejorar esa
sintonía y recordar datos referenciales de la historia nacional.
Tomando en cuenta este marco, y comprobando que la economía se ha relanzado
porque en concreto hasta varios objetores se ven beneficiados por el
crecimiento, es probable inferir que octubre será mejor.
Tras una década de transformaciones muy fuertes, en la cual los odios de los
profetas se condensaron con energía, no es un mal balance. Podría ser mejor,
claro, pero no está nada mal. Pues nadie debería olvidar que la comparación con
este ciclo electoral está ligada a la contienda del 2009.
Todo es diferente cuando lo que está en juego es el Poder Ejecutivo.
*Director La Señal Medios / Área Periodística Radio Gráfica.